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Puente de los Esclavos: el gigante de piedra que desafía siglos y leyendas en Guatemala
En el corazón de Cuilapa, Santa Rosa, una joya colonial cuenta su historia piedra a piedra. El Puente de los Esclavos, con más de cuatro siglos de vida, desafía al tiempo, las crecidas y las leyendas que lo rodean.

Por más de cuatro siglos, el Puente de los Esclavos ha visto pasar comerciantes, viajeros, crecidas de río y terremotos, sin perder su firmeza. Entre sus piedras se mezclan historia, cultura, dolor y leyendas que lo convierten en una de las construcciones más emblemáticas del oriente guatemalteco.
La joya colonial que nació para unir reinos
El 17 de febrero de 1592, el Cabildo de Guatemala ordenó colocar los cimientos de una obra que marcaría el comercio de la región. La misión era clara: asegurar el paso de mercancías entre Santiago de los Caballeros —hoy Antigua Guatemala— y el Reino de Cuscatlán. El objetivo era evitar que las crecidas del río Los Esclavos detuvieran las caravanas rumbo a El Salvador y Honduras.
El proyecto fue financiado con un impuesto de dos reales por cada botella de vino. Además, contó con el aporte de ciudades como San Salvador, San Miguel y La Villa de la Trinidad (Sonsonate).

La historia documentada señala que su edificación fue ejecutada por pueblos xinkas y africanos esclavizados. Estas labores se realizaron bajo la supervisión de autoridades coloniales y maestros de obra. Las crónicas difieren sobre los nombres de los arquitectos, pero todas coinciden en que la mano de obra fue forzada. Muchos murieron durante los 12 años que duró la construcción.
Con 75 metros de largo, 2 metros de ancho y 11 arcos con rompeaguas en forma de diamante, el puente fue levantado piedra sobre piedra para formar un solo bloque. Esta técnica explica su impresionante resistencia. En 1604 se abrió al paso de mercancías. Hoy, en 2025, cumple 433 años desde su inicio y 421 desde su inauguración.
Entre la historia y el mito
El Puente de los Esclavos no solo es un hito de la ingeniería colonial, sino también un protagonista de leyendas populares.
La más conocida cuenta que un esclavo, agotado por el trabajo, hizo un pacto con el diablo para terminar la obra antes del amanecer, a cambio de su alma. Pero, astuto, engañó al demonio haciendo cantar al gallo antes de tiempo. Furioso, Satanás habría pateado una piedra. Esto habría dejado un hueco que —aseguran los pobladores— nunca ha podido ser reparado.
Otra versión habla de un pacto entre el diablo y Dios para salvar vidas de las crecidas del río. Sin embargo, algunos creen que fue el propio diablo quien, disfrazado de benefactor, construyó el puente en una sola noche.

Resistencia a toda prueba
En sus más de cuatro siglos de vida, el Puente de los Esclavos ha sobrevivido inundaciones, tormentas, terremotos y huracanes. Sin embargo, no ha estado exento de reparaciones:
- En 1636, se añadió un bastión central para mejorar la resistencia contra la corriente.
- En 1681, se reparó tras una crecida.
- En 1830, se reencauzó el río para frenar el deterioro.
- Los terremotos de 1917 y 1918 obligaron a una restauración que costó cerca de 100 mil pesos de la época.
Un monumento vivo… pero en riesgo
Aunque dejó de ser el paso vehicular principal a mediados del siglo XX —cuando se construyó un puente metálico para la carretera—, la estructura sigue abierta para peatones y ciclistas. No obstante, enfrenta socavamientos en la base. También sufre pérdida de material en rompeaguas y acumulación de basura en sus arcos.
Organizaciones culturales y vecinos han solicitado estudios y trabajos de restauración para preservar este Monumento Histórico de Guatemala. Sin embargo, hasta ahora las respuestas oficiales han sido limitadas.

Ubicado en Cuilapa, Santa Rosa, el puente puede visitarse tomando la CA-1 Oriente. Según el Sistema de Información Cultural, está en el km 66.5, aunque otras referencias lo sitúan entre el km 71 y 73. Se recomienda ir acompañado y, de ser posible, con apoyo policial, debido a reportes de asaltos en la zona.