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Opinión

Lectura Diplomática – Por: José Rodrigo Vielmann de León

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Lectura Diplomátiva

Hoy inicia en este espacio la columna LECTURA DIPLOMÁTICA en la que se presentará semanalmente un tema de importancia para la política exterior de Guatemala, de la región o un acontecimiento geopolítico de impacto e influencia en ésta.

El desempeño de Guatemala en el concierto de naciones genera oportunidades para procurar el desarrollo humano y económico que permiten atender las necesidades de nuestra población y  así ceder ante las aspiraciones de un futuro mejor fuera de nuestro de nuestro territorio.

¿Por qué atender los acontecimientos diplomáticos? 

Porque éstos generaron en Guatemala la renuncia de un Presidente electo constitucionalmente, porque mantuvieron a otro Presidente envuelto en un reto diplomático o porque implicaron la reciente condena administrativa-política de otro Presidente y varios de los miembros de su gabinete y sus familiares.

O porque lo que se puede decidir en una reunión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Suiza puede definir la declaratoria de una próxima pandemia y la respuesta soberana -o no- que cada Estado pueda implementar. O porque un programa de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) puede ahorrar millones de quetzales del costo de adquisición de medicamentos para nuestra Nación.

O tal vez, porque lo que se discutió en un convenio de la Organización Internacional del Trabajo limita ahora la posibilidad del desarrollo de la minería en Guatemala al generarse la obligación de consultas a las poblaciones indígenas y tribales sin que hayamos podido reglamentar las mismas (Convenio OIT 169), o porque una reunión de la convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) puede definir la suerte de especies de flora y fauna de nuestra biodiversidad.

O tal vez porque las políticas monetarias del Fondo Monetario Internacional o del Banco Mundial definen la agenda y ruta de desarrollo al condicionar el acceso al crédito respecto del cumplimiento de fines que no siempre responden a los intereses nacionales cuando se privilegian objetivos macro definidos en un menú de opciones dentro de las cuales en forma limitada pueden los países en desarrollo “elegir” sus prioridades.

O tal vez porque decisiones en la definición de los Objetivos del Milenio que transformados en la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible generan 17 indicadores que parecen atractivos en su definición, pero que implican cambios sociales profundos con implicaciones que enfrentan a la sociedad guatemalteca en sus valores y culturas.

O tal vez porque un foro de partidos y grupos políticos que promueven objetivos sociales ideológicos de izquierda avanza en el continente americano logrando promover temas que se recogen en los postulados de un colectivo como la Internacional Progresista al cual se adhirió en octubre del 2023 el partido que fue privilegiado con el voto popular guatemalteco.

O tal vez porque las relaciones diplomáticas entre Guatemala y los Estados Unidos de América presentan uno de los mayores retos para mantener un balance entre nuestra balanza comercial, la presencia de conciudadanos que con arduo trabajo representan la fuente del rubro de mayor ingreso a la economía nacional;  la prevención al uso de nuestro territorio por estructuras del crimen organizado para el tráfico humano y de drogas con nocivos efectos derivados sobre nuestra sociedad violencia y complacer los intereses de una Nación que se ofrece como aliada sin materializar sus reiterados ofrecimientos de inversión para promover crecimiento económico y generación de empleo.

O porque una buena negociación diplomática puede permitir el acceso a nuevos mercados o mejores condiciones para la colocación de nuestros productos. O cómo una gestión diplomática oportuna puede lograr en pocas horas el apoyo de brigadas de rescate ante una catástrofe nacional como un derrumbe  o una erupción volcánica.

Frecuentemente se ignora la importancia del aporte que la diplomacia tiene para el país y cómo la deficiencia histórica de una estrategia de política exterior que prevalezca intereses de Estado sobre prioridades de gobiernos de turno nos ha colocado como país en frágiles situaciones políticas.

Una política exterior estratégicamente definida puede y debe ser la primera línea de defensa de los intereses nacionales y la plataforma de proyección para procurar el desarrollo que buscamos y merecemos tener como Nación.

En esta columna se presentarán diversos temas para análisis del lector con la intención de aportar al conocimiento y comprensión de la interacción del sistema político global y nuestros intereses soberanos como un tablero de ajedrez en el que el movimiento de una pieza puede modificar el resultado de cada partida subsiguiente y ampliar el ataque, mejorar la defensa o enfrentar un jaque mate.

Sobre el autor: 

Abogado y Notario de profesión, colegiado activo No. 5,220 con 28 años de ejercicio profesional, diplomático de carrera en el servicio exterior de la República de Guatemala con 23 años de servicio con el rango de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en situación de disponibilidad actualmente.  En representación diplomática de Guatemala a servido en diferentes posiciones diplomáticas en las Embajadas de Guatemala ante los Estados Unidos de América, Belice y Londres así como ante la Organización Panamericana de la Salud, la Organización Marítima Internacional, la Organización Internacional del Azúcar, la Organización Internacional del Café, la Organización Internacional del Cacao, el Grupo Internacional de Estudio del del Hule y ante la Organización de Estados Americanos (OEA) como Representante Permanente y dentro de ésta como Presidente del Comité Interamericano contra el Terrorismo y Vicepresidente de la Comisión de Seguridad Hemisférica.

Además, es fundador del Observatorio de Política Exterior de Guatemala (OPEXGUGA), centro de promoción y difusión de política exterior en Guatemala, co-anfitrión programa semanal de Radio “MIRADA DIPLOMATICA” en Radio Infinita 100.1FM y asesor de temas políticos y diplomáticos

Abogado y Notario de profesión, colegiado activo No. 5,220 con 28 años de ejercicio profesional, diplomático de carrera en el servicio exterior de la República de Guatemala con 23 años de servicio con el rango de Embajador Extraordinario y Plenipotenciario en situación de disponibilidad actualmente.