Economía
¿Quién controla realmente la economía?
¿Creés que el presidente decide todo en la economía? La realidad es más enredada (y sorprendente). En este reportaje desatamos los hilos invisibles que mueven el dinero, las decisiones y hasta tus compras diarias. Ideal para entender (por fin) cómo funciona la economía guatemalteca sin morir en el intento.
Cuando pensamos en “quién manda en la economía”, la mayoría de personas señala al gobierno o al presidente de turno. Otros apuntan a los bancos, los grandes empresarios o incluso a los grupos con mayor poder económico. Pero la verdad es mucho más compleja: la economía funciona como un sistema donde múltiples fuerzas halan en distintas direcciones… a veces en armonía, a veces en conflicto. Son esos mismos grupos con mayor poder económico, y también los más invisibles, los que realmente influyen en las reglas del juego.
En Guatemala, entender quién mueve los hilos económicos implica ver más allá de los titulares y explorar cómo interactúan cinco actores clave: el gobierno, los inversionistas, los consumidores, los emprendedores y la Junta Monetaria junto al sistema financiero. Cada uno tiene poder. Ninguno lo tiene todo.
Lo que está ocurriendo es que nadie tiene el control total de la economía. Es más bien un equilibrio dinámico entre distintas decisiones: unas políticas, otras monetarias, muchas comerciales y otras simplemente… cotidianas, como lo que elegimos comprar o no.

En ese ecosistema, el gobierno regula, pero también depende de la confianza de los inversionistas. Estos, a su vez, analizan factores como riesgo país, políticas fiscales y seguridad jurídica. Los consumidores marcan la pauta del mercado, mientras los emprendedores intentan sobrevivir con creatividad. Y detrás, la Junta Monetaria define la política monetaria, cambiaria y crediticia del país, además de velar por la liquidez y solvencia del sistema financiero, lo cual influye directamente en variables como la inflación y las tasas de interés.
¿Quiénes son los que mueven los hilos?
El gobierno
Es quien diseña las reglas del juego económico. Desde subir el IVA, emitir deuda o reformar el código tributario, el Estado marca el marco donde los demás actores se mueven. Cada política pública, como un subsidio, una exoneración o un arancel, puede incentivar o desincentivar la inversión, el consumo o la innovación.
Pero también se ve limitado. Casos recientes como el conflicto con TECO Energy, en donde Guatemala enfrenta un arbitraje internacional con un gigante energético, han puesto en evidencia cuán desproporcionada puede ser la balanza entre países y corporaciones globales.
Los inversionistas
Pueden ser locales o extranjeros, y su capital mueve industrias enteras. ¿Dónde invierten? Donde hay estabilidad, transparencia y retorno. Si no la hay, se van o suben la prima de riesgo. Así de simple.
Un país con reglas claras, sin corrupción y con seguridad jurídica es más atractivo. Pero si eso tambalea, como ocurre cuando se debilita la independencia judicial o hay opacidad en las licitaciones públicas, el dinero busca otros destinos.
Los consumidores
Aunque a veces parezca que no tienen voz, el bolsillo de los consumidores decide quién vive o muere en el mercado. Cambios en sus hábitos (como migrar a lo digital o preferir productos locales) generan efectos en cadena.
Cuando baja el poder adquisitivo, se cae el consumo. Y si eso ocurre, incluso los mejores emprendimientos o industrias se tambalean.
Los emprendedores
Son quienes innovan, arriesgan y se la juegan para ofrecer algo distinto. Desde la señora que lanza su marca de jabones artesanales, hasta el joven que desarrolla una app para delivery rural. Pero el entorno no siempre los acompaña.
Según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM 2024‑2025), Guatemala tiene una alta tasa de actividad emprendedora, pero enfrenta graves desafíos como la inseguridad, la extorsión y el acceso al crédito. Muchos negocios mueren antes de despegar no por falta de ideas, sino por falta de condiciones.

La Junta Monetaria y el sistema financiero
Es el corazón técnico del sistema. Regula la cantidad de dinero en circulación, define la tasa líder de interés, y busca mantener estables la inflación y el tipo de cambio.
Un alza en las tasas de interés, por ejemplo, encarece los préstamos y desincentiva el gasto. Si las tasas bajan, se impulsa el crédito, pero se corre el riesgo de inflación. Este delicado equilibrio lo maneja la Junta Monetaria del Banco de Guatemala, institución clave que, aunque a veces suene lejana, tiene impactos directos en nuestras finanzas personales y empresariales.
¿Cuándo ocurre esto?
Todo el tiempo. Cada día, cada semana, cada decisión. Desde una nueva reforma fiscal, una decisión de la FED en EE. UU., un conflicto internacional o una pandemia como la del COVID-19, los hilos se tensan, se aflojan o se entrelazan de otra forma.
El año 2025 no ha sido la excepción. Las recientes discusiones sobre la ley de competencia, las dificultades para instalar su Superintendencia, o el debate sobre los tratados de inversión, demuestran que el tablero está en movimiento constante.
¿Dónde ocurre?
En todo el país. Pero especialmente en Ciudad de Guatemala, donde se concentran las decisiones clave: el Congreso, el Banco de Guatemala, las cámaras empresariales, las grandes oficinas corporativas y los centros financieros.
También se siente en los mercados, en los barrios, en las ferias de emprendimiento, y en las comunidades rurales que muchas veces están desconectadas del sistema financiero formal.

Si seguimos pensando que ‘la economía la controla el presidente’ o que ‘todo es culpa de los bancos’, estaremos ignorando la complejidad real del sistema y tomando decisiones a ciegas.
Henry Hazlitt lo explicó así:
“Todo acto económico debe evaluarse no solo por sus efectos inmediatos, sino por sus consecuencias a largo plazo y para todos los grupos”.
Entender cómo interactúan estos cinco actores es esencial para exigir mejores políticas públicas, consumir de forma más consciente, invertir con visión de largo plazo y emprender con estrategia.





