Economía
Uso de leña en Guatemala sigue en alza y plantea retos ambientales y sociales
El uso intensivo de este recurso preocupa por su impacto en la salud, la deforestación y la sostenibilidad energética, especialmente en los departamentos más vulnerables.

A pesar de los avances en energías renovables y el crecimiento en el uso de combustibles fósiles, la leña continúa siendo la principal fuente de energía en Guatemala. Así lo confirma el más reciente Balance Energético Nacional 2024, elaborado por el Ministerio de Energía y Minas (MEM), que detalla que el 52.15% del consumo energético del país aún depende de este recurso tradicional.
Este patrón de consumo refleja no solo una preferencia cultural, sino también una necesidad económica. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi 2023), el uso de leña para cocinar predomina en los hogares en pobreza extrema (97.2%) y en pobreza no extrema (86.9%). Incluso entre los hogares clasificados como no pobres, el 57.8% continúa utilizándola como fuente energética principal.
El viceministro de Energía, Juan Fernando Castro, explicó que el consumo de leña en Guatemala equivale a más de 58 mil millones de barriles de petróleo (kBEP), superando por mucho al diésel (32 mil millones), el gas licuado de petróleo (6 mil millones) y el carbón (3 mil millones). Aunque su impacto en emisiones puede mitigarse parcialmente por el ciclo natural del carbono, su uso intensivo genera severas consecuencias ambientales y de salud pública.
Un consumo insostenible
Desde hace más de una década, estudios oficiales alertan sobre el desequilibrio entre la oferta y la demanda de leña. Según la Estrategia Nacional de Producción Sostenible y Uso Eficiente de Leña 2013–2024, la demanda anual estimada alcanza los 27.98 millones de metros cúbicos, mientras que la oferta sostenible apenas ronda los 17.96 millones, generando un déficit anual de más de 10 millones de metros cúbicos.
Edwin Oliva, jefe de Gobernanza Forestal del Instituto Nacional de Bosques (Inab), confirmó que aunque el déficit ha disminuido levemente gracias a la regeneración natural y a los programas de incentivos forestales, aún persiste. El uso no regulado de leña continúa acelerando la degradación de bosques, especialmente en departamentos como Huehuetenango, Quiché y San Marcos, donde además se concentran altos niveles de pobreza y vulnerabilidad alimentaria.
El precio de la tarea de leña varía entre Q200 y Q600, dependiendo del tipo de madera. Una familia promedio necesita al menos dos tareas al mes, lo cual representa un gasto significativo en comunidades con ingresos limitados.
Acciones en curso
El Inab trabaja actualmente en la consolidación de incentivos forestales y en la promoción de tecnologías más limpias. La estrategia nacional busca establecer y manejar al menos 48 mil hectáreas de plantaciones forestales y sistemas agroforestales sostenibles, que permitan producir leña sin afectar los ecosistemas. También se promueve el uso de estufas mejoradas, que reducen la cantidad de leña utilizada y disminuyen la exposición al humo.
Sin embargo, expertos coinciden en que estas medidas requieren mayor alcance y continuidad para ser efectivas. La transición hacia un consumo energético más sostenible en el ámbito doméstico rural pasa por combinar la reforestación, la educación comunitaria, la innovación tecnológica y el acceso a fuentes alternativas como el gas propano y la electricidad.
Matriz energética fragmentada
El informe del MEM revela que el consumo total de energéticos en el país aumentó un 4.8% en 2024 respecto al año anterior. El uso de energéticos primarios —como la leña y la electricidad— creció un 3%, mientras que los secundarios —derivados del petróleo— aumentaron un 7.75%.
Dentro de los energéticos secundarios, la gasolina y el diésel dominan la matriz de oferta, con participaciones de 36% y 34.47% respectivamente. El transporte terrestre representa el 28.12% del consumo total, seguido del sector industrial (10.54%). En términos de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), el transporte es el principal responsable, con un 48.83% del total nacional, seguido por los sectores industrial, residencial y de generación eléctrica, con aproximadamente 16% cada uno.
Aunque el 68% de la capacidad instalada de generación eléctrica proviene de fuentes renovables, el 32% restante aún depende de carbón y búnker.