De la protesta a la gestión: un banano y dos tortillas – Editorial

El ejecutivo ha pasado de la protesta a la gestión, enfrentándose a los retos de administrar un país con grandes necesidades. Aunque llegaron al poder con un discurso de cambio y justicia, la transición del activismo a la administración pública ha resultado más compleja de lo esperado. La falta de experiencia en el servicio público ha sido un desafío evidente, y su gestión ha generado críticas por ciertos errores y decisiones que han causado descontento.

Un ejemplo reciente que ha generado debate es el caso del almuerzo escolar de “un banano y dos tortillas”. Esta situación ha despertado preocupación y cuestionamientos sobre la planificación y ejecución de los programas de alimentación escolar. Si bien se han dado explicaciones, muchos ciudadanos consideran que este tipo de decisiones no reflejan el compromiso esperado con el bienestar de los niños y las comunidades más vulnerables.

Además, la comunicación del ejecutivo en torno a este y otros temas ha generado aún más polémica. En lugar de reconocer errores y tomar medidas correctivas de inmediato, en algunos casos se ha percibido un intento de justificar decisiones impopulares a través de discursos que no siempre convencen a la ciudadanía. Esto ha llevado a cuestionamientos sobre la transparencia y la capacidad de respuesta del Ejecutivo.

El presidente llegó al poder con la promesa de hacer las cosas de manera diferente, y por ello las expectativas de sus votantes (mayoritariamente progresistas) sobre su gestión han sido altas. Sin embargo, con el tiempo han surgido críticas sobre si sus políticas realmente están beneficiando a los sectores más vulnerables o si han caído en prácticas que antes criticaban. Gobernar implica más que buenas intenciones; requiere una administración eficiente y una toma de decisiones que priorice las necesidades de la población.

Más allá de un almuerzo escolar, lo que preocupa a muchos ciudadanos es la capacidad o incapacidad del ejecutivo para entender y manejar la gestión pública. Sin embargo, hoy la prueba de su promesa política significa un banano y dos tortillas lo que ha hecho evidente lo ineficaz de su gestión, sino la continuación de prácticas clientelares y corruptas que prometieron a sus votantes combatir.