Editorial
Los peligros de la democracia – Editorial
En medio de un ambiente de alta polarización, existen voces que en nombre de la democracia reclaman romper las leyes y el orden constitucional.
En medio de una crisis de comunicación política, en la que el Presidente de la República anunció sus intenciones de reunirse con la Dra. Consuelo Porras, Fiscal General y jefa del Ministerio Público, para “aclarar” las razones de investigación y seguimiento de algunos casos relacionados con simpatizantes y ex funcionarios del ejecutivo, hubo voces que desde las bases políticas del Presidente, abogaban por un “somatón de mesa” que de manera contundente diera fin al “enfrentamiento” entre el MP y el Ejecutivo.
Expuestos al calor y las presiones públicas que demandaban acciones políticas que sobrepasan las capacidades establecidas en la Constitución de la República para el Presidente del Ejecutivo guatemalteco, además invitaban y justificaban de manera pública el rompimiento del Estado de Derecho y la división de los poderes públicos del país.
Esta situación denota la urgencia de reflexionar sobre lo que significa el espíritu democrático para con el orden público y la gobernabilidad. Sin lugar a dudas, el principio de la libre expresión cobija y protege la capacidad de expresar de manera libre y sin censura, lo que sea que piense, crea o promueva cualquier ciudadano. De esta forma, no es posible abordar desde una mera simplificación o expresión pública de rechazo o aprobación a una institución, proceso o individuo, la complejidad del entramado político y procedimental al que muchas veces desde el desconocimiento se hacen consignas que de hacerse realidad, significaron un atentado en contra del Estado de Derecho y sin duda el fin del orden democrático en el país.
Dentro de estas expresiones, que mayoritariamente se visibilizan en redes sociales, se reclamaba entonces al Presidente por la falta de “firmeza” y “contundencia” para enfrentar a la Fiscal General y en última instancia removerla de su cargo. Así, el mandatario de una manera apresurada, que denota una suerte de improvisación comunicativa en torno a la lucha por el control de la narrativa que se tejía el pasado domingo 17 de noviembre en el que el Ministerio Público allanó la vivienda del ahora ex Ministro de Comunicaciones como parte de una investigación por lavado de dinero, anunció ese mismo domingo por la noche que se pronunciaría sobre dicho proceso de manera oficial.
El resultado de este enfrentamiento narrativo, obtuvo como respuesta por parte de la Fiscal General, la extensión pública de una invitación al Presidente para conversar y explicar los procesos y casos sobre los cuales el mandatario se pronunció. De manera confusa y contraintuitiva el Ejecutivo se pronunció desde una negativa al expresar que el Presidente no tenía intenciones de reunirse con la Fiscal.
La contradicción del Presidente reflejó la improvisación o falta de pulso político en términos comunicativos, significando la pérdida del control de la narrativa en torno a los sucesos antes descritos, pero además estos mensajes y comunicaciones discordantes alinearon las posturas y lineamientos lógicos de apoyo público trayendo como resultado el fortalecimiento de las invitaciones a acciones políticas cada vez más radicales.
En medio de esta auto generada crisis, la cabeza del Ejecutivo optó por permanecer medianamente distante de estos mensajes e invitaciones a acciones públicas que significan un ataque a la democracia y el rompimiento del orden constitucional. Esta distancia, alimentó teorías conspiranoicas sobre una posible renuncia e incluso un golpe de Estado, en el cual no se descarta la articulación de las propias bases del ejecutivo en contra del Presidente.
Sin duda, el orden democrático hasta hoy representa una victoria pero también un reto para el país. Hoy podemos afirmar que tanto las voces de políticos y algunas bases del oficialismo, conforman un ataque directo a la democracia, pues de llevarse a la realidad atentaría en contra de los principios republicanos que protegen la democracia guatemalteca, pero además es importante reflexionar sobre las profundas grietas y disonancias que el mismo liderazgo del ejecutivo representa para el futuro del país.