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Calles desiertas y centros de votación vacíos: así transcurre la farsa electoral de Maduro en Venezuela

A las seis de la mañana, en Venezuela, el sonido habitual de una jornada electoral es el toque de diana militar con el que los grupos violentos del chavismo recorren las calles para llamar a votar.

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En un contexto democrático debería ser, quizá, el rumor creciente de las colas en los centros de votación.

“PELIGRO NO PASE”, advertía, como si el peligro no fuera el voto, sino el simulacro de democracia que organizó el régimen.

El paisaje no engaña. Las imágenes de las agencias de noticias que ya recorren el mundo y las captadas por ciudadanos y compartidas por el Comando con Venezuela, la coalición opositora que llamó al boicot, documentan la desolación: calles vacías bajo un cielo encapotado, mesas metálicas puestas como obstáculos improvisados, soldados sin gente a la que custodiar.

Una mujer camina sola con una bolsa en la mano frente a una escuela convertida en centro electoral. La escena parece una metáfora perfecta: país en retirada, ciudadanía que no convalida.

Desde días antes, María Corina Machado, la figura más poderosa de la oposición, había sembrado el mensaje con precisión quirúrgica: “Este domingo, pa’ tu casa. No salgas, no los obedezcas. Vacía las calles, vacíalos, que se queden solos.

Que quede claro quién tiene el poder: tú”. Y se quedaron solos. Las imágenes lo prueban.

En las afueras de un liceo del estado Bolívar, un par de funcionarios conversan bajo un árbol frondoso. No hay electores, apenas la sombra de lo que alguna vez fue una contienda electoral. “Complejo Educativo NAC”, dice el cartel azul y rojo que adorna la entrada. Pero no hay complejidad hoy, solo la evidencia de una abstención rotunda.

Este 25 de mayo no es cualquier jornada electoral.

El contexto es brutal: en la antesala de los comicios, el régimen desató una ola de detenciones con su conocida Operación Tun Tun. Entre ellos, Juan Pablo Guanipa, colaborador cercano de María Corina Machado.

En un liceo del estado Táchira, dos hombres se sientan sobre el asfalto. Un teléfono graba, nadie vota. Ni las raíces de la Revolución parecen haber resistido la indiferencia popular.

“Esto no es abstención, es resistencia”, dice Rosaura, maestra retirada en San Cristóbal. La abstención se ha vuelto un acto de presencia.

El régimen eliminó los códigos QR que daban transparencia a las actas, impidió la observación internacional y mantuvo el control total del Consejo Nacional Electoral. Las reglas del juego son trampas.

En la calle Libertador de Valencia, dos sillas de plástico flanquean la entrada del centro de votación. No hay fila, no hay nervios, no hay elecciones. Solo la espera. Una mujer vestida de naranja, sola, juega con su teléfono.

La desmovilización es, paradójicamente, lo que más moviliza al país. No hay propaganda que compense el vacío, ni operativo militar que llene los pasillos desolados. Ni siquiera la detención de disidentes o las amenazas extranjeras han logrado reactivar un proceso cuya legitimidad es inexistente. 

“Estos son los últimos coletazos de una era que se cierra”, dijo Machado a Infobae en la previa a la jornada de este domingo. Les queda el miedo, sí.

Yo duermo tranquila. Las calles vacías de Venezuela lo confirman. En la soledad de esta jornada electoral, se escucha el eco de un país que no olvida.

Via: infobae

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