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Cómo terminó el Puente de Londres en el desierto de Arizona

“Era extraordinario poder desmantelar una obra de ingeniería de tal envergadura y encontrar a alguien que te pagara un buen precio por ella… por los materiales de los que estaba hecha”.

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El puente de Londres, conocido por muchos niños en todo el mundo gracias a la canción de cuna (London bridge is falling down), no se estaba cayendo precisamente.

Inaugurado por el rey William VI en 1831, el puente en cuestión había reemplazado a uno medieval.

No obstante, para los años 60 no podía soportar el tráfico moderno y se estaba hundiendo en el río Támesis. Su mantenimiento era demasiado caro, así que se tomó la decisión de desmontarlo y vender sus partes. Pero a un político local llamado Ivan Luckin le pareció que había que salvarlo.

Su amigo y colega Archie Galloway recuerda que “estaba convencido de que la ciudad encontraría a un comprador si lo ponía a la venta, por su valor histórico y por la canción de cuna”. “Se burlaron de él cuando lo propuso”, le cuenta Galloway a la BBC. “En chiste, le preguntaron por cuánto lo iba a vender. Él levantó un dedo y les respondió: un millón de libras esterlinas”. Se siguieron riendo, pero el puente se puso en venta.

“Partió armado con un folleto ilustrado y lustroso, y pasó la mayoría del tiempo en Nueva York, que fue donde se cerró el trato”, dice Galloway. Y ese trato fue hecho con Robert P. McCulloch, un industrialista estadounidense que estaba construyendo una ciudad entera al lado del lago Havasu en Arizona.

McCulloch pagó más del millón de libras esterlinas que causó tantas burlas: US$2.4 millones de la época por las 130,000 toneladas de piedras que constituían el Puente de Londres. “No se puede desestimar el valor de la canción de cuna.

“No puedes confiar en ellos (los políticos). Todo el tiempo están tumbando cosas. ¡No tenían que meterse con el Puente de Londres! ¿No se dan cuenta de lo que significa para mí, que soy londinense? ¿Ya nada es sagrado?”, opinó un londinense ante los micrófonos de la BBC en los años 60.

“Con todo respeto a tu ciudad, que estoy seguro que es muy agradable, ¿no piensa que el Puente de Londres se va a ver ridículamente fuera de lugar en el medio del desierto?”, le preguntó un periodista de la BBC en ese entonces.

“¿Qué clase de atracciones va a instalar en el puente o cerca de él?”. “Yo creo que el puente mismo es suficientemente atractivo y vamos a tratar de montarlo con buen gusto, probablemente tendremos unos restaurantes en el área, pero no más porque, después de todo, va a ser la entrada a un parque de 2.000 acres”, explicó. Tenía razón. Eventualmente el puente se convirtió en una atracción turística por sí sólo.

Al otro lado del Atlántico, entre tanto, la historia cautivó a los niños de todo el país, como le cuenta a la BBC Debbie Eccleburgher, quien en ese entonces era una niña que vivía en Lake Havasu City. “¡La historia de que lo habían traído, piedra por piedra, y luego armaron ese bello puente; para los que no podíamos ir a Europa, esto era lo mejor!”.

“Fue toda una proeza en ese tiempo”, exclama Steve Greeley, quien también creció en Lake Havasu City. “Las piedras llegaron y en ese tiempo sólo había un camino para entrar al desierto, entonces todo era mucho más difícil”.

Más de medio siglo más tarde, es tan popular como siempre. “Después del Gran Cañón, es la atracción turística más grande de Arizona”, dice, riéndose, Galloway.

Via: bbc

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