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Cómo una tragedia hace 10 años hizo que en Países Bajos se tomara en serio la soledad
Nacida en lo que eran las Indias Orientales Neerlandesas, se mudó a Países Bajos de adolescente. Después de sufrir una experiencia traumática de joven, perdió el contacto con su único hijo. Por ello cuando falleció, en algún momento de 2003, nadie se dio cuenta. Su pensión se pagaba automáticamente en su cuenta bancaria, de donde a su vez se cobraba el alquiler de su vivienda.
Solo se descubrió el cuerpo de Bep cuando un ingeniero de gas tuvo que ingresar a su departamento. La policía se hizo paso en medio de una montaña de cartas, que más tarde ayudaron a precisar la fecha estimada de su muerte.
El evento motivó a la ciudad a actuar. Un político local, Hugo de Jonge, le dijo a una estación de TV local que el hecho fue una “imagen conmovedora de cuán grande puede ser la soledad en una gran ciudad”. De Jonge creó un esquema donde voluntarios se ofrecían a visitar a todos los residentes de la ciudad de más de 75 años, y ayudaban a aquellos que necesitaban volver a crear vínculos.
Cuando De Jonge fue nombrado ministro de Salud, Bienestar y Deportes, continuó con la causa, y lanzó una iniciativa nacional para abordar la soledad entre los ancianos en 2018. Estadísticas recientes muestran que podría estar dando resultados.
Es difícil encontrar cifras globales confiables, pero el año pasado la primera encuesta a nivel de la Unión Europea reveló que alrededor de una de cada ocho personas se siente sola la mayor parte del tiempo, mientras que un tercio se siente sola al menos parte del tiempo.
Sin embargo, se descubrió que Países Bajos tienen uno de los niveles de soledad más bajos de Europa. La soledad es un problema complejo, con causas que van desde habilidades sociales deficientes hasta grandes cambios en la vida y el aislamiento. También existe una fuerte asociación entre la soledad y la mala salud física y mental.
Entre sus miembros hay desde bancos hasta supermercados y organizaciones de caridad y clubes deportivos e instituciones culturales, que se reúnen dos veces al año para compartir ideas y buscar formas de trabajar en equipo. “Mucha gente quiere hacer algo”, señaló De Jonge en un panel de TV cuando se lanzó el proyecto. “Podríamos decir que se ha creado un movimiento hermoso con muchas iniciativas”.
El plan ha inspirado una serie de ideas innovadoras en lugares inesperados. Por ejemplo, la cadena de supermercados Jumbo cuenta ahora con kletskassa especiales o “cajas parlanchinas” en decenas de sus tiendas.
Los clientes que quieran pasar el rato en la caja sin prisas pueden incorporarse a un carril amarillo especial para comprar la comida. Está muy lejos de las filas de las impersonales máquinas de autopago.
Entretanto, el servicio postal nacional, Post NL, ha desarrollado un plan voluntario por el cual los trabajadores postales pueden informar de un residente que creen que puede estar sufriendo dificultades. “Nuestros carteros pueden considerarse como un par de oídos y ojos más en el vecindario”, afirma Thijs Kerckhoffs, director de Impacto Social.
Al cartero se le dan indicaciones de qué debe observar –si las cortinas están cerradas por más tiempo de lo habitual, si hay mucho correo acumulado-, luego deben completar un formulario con los detalles del residente, que más tarde se pasan a otra organización. “Al cartero no le dice el resultado del caso por razones de privacidad, pero se queda con la conciencia tranquila de que ha compartido su preocupación”, comenta Kerckhoffs.
El esquema funciona actualmente en 19 municipalidades. Cerca de 50 alertas en tres años fueron enviadas en Rotterdam –donde se encontró el cuerpo de Bep de Bruin- y todas estaban fundamentadas, según organizaciones de bienestar locales.
El sitio web de “Uno contra la Soledad” también promueve organizaciones sociales que puedan demostrar su eficacia, lo que anima a los municipios a incluirlas en sus planes. Una llamada Oopoeh recibe ahora financiación de las cuatro grandes ciudades de Países Bajos.
Tienen un sitio en internet que conecta a adultos mayores que desean cuidar una mascota con dueños de perros que están ocupados. Es gratis para personas mayores, con un pequeño cargo para los dueños de perros.
“Algunos de nuestros clientes temen que un perro les sobreviva o que no tengan dinero para pagar las facturas del veterinario”, dice su directora, Ellen Groneman. “Esto les permite tener un perro a tiempo parcial. Les ayuda en términos de salud física y mental y a conocer gente de su barrio”. Theo Nienhuijs, de 74 años, se conectó con Jeanette y su perro Bickel. “Cuando llegas a los 70 años, puedes perder tus conexiones”, me dice mientras paseamos a Bickel por el parque.
“Bickel es un perrito muy dulce y atrae a la gente. Ahora la gente me reconoce y me saluda. También he formado un fuerte vínculo con Jeanette. Si tuviera un problema, ella estaría en el primer lugar de mi lista para llamar por teléfono”.
En 2018, la iniciativa nacional contra la soledad se centró específicamente en ayudar a adultos mayores como Theo. Sin embargo, pronto se hizo evidente que el problema tenía un alcance mayor.
Oma’s Soep –un empresa de sopas que dedica la mitad de sus ganancias a financiar sesiones de cocina con adultos mayores y estudiantes voluntarios- notó también que los estudiantes se beneficiaban tanto como los ancianos.
“Empezamos el proyecto debido a la soledad de las personas mayores, pero nos dimos cuenta de que también hay muchos jóvenes solitarios, como cuando se mudan de ciudad para estudiar”, dice Martijn Canters, copropietario de la compañía. Así que en 2022, el programa “Uno contra la soledad” se expandió para incluir a toda la sociedad y ahora cuenta con 196 socios.
“Nuestros socios nos dijeron que la atención a las personas mayores era demasiado limitada. La soledad la puede sentir cualquiera”, dice Mischa Stubenitsky, portavoz del Ministerio de Salud. Actualmente se están llevando a cabo proyectos de investigación que analizan otros grupos de alto riesgo, incluidos los cuidadores informales, los inmigrantes mayores y los adolescentes.
La exconsejera juvenil Jolanda van Gerwe dijo que estaba contenta de que el gobierno hubiera reconocido que los adolescentes también estaban experimentando dificultades. Hace unos años, creó un club juvenil llamado Join Us (Únete) específicamente para adultos jóvenes que tienen dificultad para formar conexiones significativas.
“Ayudamos a los adultos jóvenes a superar los pensamientos negativos sobre sí mismos y desarrollar su autosuficiencia y sus habilidades sociales”, dice. Las sesiones están dirigidas por un trabajador juvenil capacitado, que ayuda a cada miembro a establecer objetivos que pueden practicar en el club juvenil.
“Yo tenía problemas para reunirme con la gente y hablar. Simplemente me daba una ansiedad increíble”, dice Luke, de 23 años. “Pasaba muchas noches en casa sin tener a nadie a quien llamar o con quien hablar”. Luke dice que lo hicieron sentir bienvenido en el grupo. “Es bueno tener un lugar donde puedo pasar el rato y me ha ayudado a sentirme mejor conmigo mismo”.
Actualmente hay grupos como estos en 77 municipalidades. Jolanda dice que la expansión ha sido lenta debido al limitado presupuesto. Sin embargo, la campaña nacional está ahora ofreciendo subsidios para las regiones que quieran contar con ellos.
Todos los proyectos lidian con el estigma: muchos todavía creen que la soledad es una suerte de falla personal, más que un problema de la sociedad. Distintos grupos lidias con esto de diversas maneras. Los trabajadores sociales de Únete son alentados a compartir sus propias experiencias ligadas a la soledad para ayudar a normalizarla.
Todos los años, Uno contra la Soledad trata de hacer que la gente hable del tema durante la Semana Nacional de la Soledad. Cientos de eventos especiales se organizan en todo el país. La reina Máxima de Países Bajos participó en uno de ellos en un taller de Oma’s Soep.
Aunque la soledad continúa siendo un tema preocupantes en Países Bajos, Mischa Stubenitsky cree que están en el camino correcto. “La solución radica en la colaboración. Para abordar (la soledad) toda la sociedad puede y debe contribuir””, dice.
Estos grupos esperan que la historia de Bep de Bruin no se repita. “Yo vivo solo y solía bromear con mi vecino de arriba: ‘Toma un juego de llaves, ven si sientes que hay mal olor’”, dice Theo acariciando el suave pelaje de Bickel. “Pero ahora me siento querido y necesitado. Me siento más normal. Soy otra vez parte del sistema”.
Via: bbc