fbpx
Conecta con nosotros

Mundo

Dos décadas del 11-M, el ataque terrorista que marcó la historia de España

Publicado hace

en

El 11 de marzo de 2004, un ataque terrorista coordinado por una célula yihadista golpeó Madrid al dejar 192 muertes tras varias explosiones en diferentes puntos del sistema ferroviario de la capital española. Los atentados se produjeron en plena hora pico y apenas a tres días de las elecciones generales de 2004. Alrededor de este episodio reina la polémica, ya que el entonces gobierno de José María Aznar defendió con vehemencia la posibilidad de que fuera la banda terrorista vasca ETA, versión que se desmintió y que pasó factura al oficialismo de ese momento, ya que perdió los comicios frente a la izquierda.

20 años después de los atentados del 11 de marzo de 2004, la muerte de 192 personas y los miles de heridos, el hecho sigue conmocionando a la sociedad española. Aquellas explosiones en trenes de cercanías fueron el mayor atentado terrorista de la historia del país y el ataque generó una profunda controversia por la versión que el Gobierno de entonces, de José María Aznar, intentó posicionar y que posteriormente sería desmentida por las investigaciones.

Las imágenes que coparon los telediarios aquella mañana de marzo dieron la vuelta al mundo. En plena hora pico, cuando miles de trabajadores acudían a sus oficios, varias bombas estallaron de forma simultánea en diferentes puntos de Madrid, la mayoría de ellos en líneas de trenes de cercanías que procedían de barrios obreros de la capital.

España no era ajena a los atentados, desde mediados del siglo XX había sufrido el flagelo de varias organizaciones terroristas, sin embargo, lo vivido aquel día superó cualquier tipo de preparación y previsión a pesar de la rápida respuesta de los servicios de emergencia.

En total, fueron cuatro los puntos atacados de forma casi simultánea. A las 7:37 de la mañana, tres bombas explotaron en un tren dentro de la estación de Atocha -la principal de la ciudad-, y provocaron la muerte de 34 personas. Un minuto después, otras dos bombas detonaron en la estación de El Pozo, donde murieron 65 personas, y otra en la estación de Santa Eugenia, que dejó 14 muertos.

Por último, a las 7:39 se registró una explosión por otras cuatro bombas en las proximidades de la calle de Téllez, a 500 metros de la estación de Atocha, que terminó con la vida de 63 civiles. Otras 16 personas murieron en diferentes hospitales por las heridas sufridas. Miles de madrileños actuaron por su cuenta para ayudar a los supervivientes que salían entre los amasijos de hierros en los que quedaron convertidos los vagones de los trenes atacados.

Por otro lado, las imágenes de decenas de fallecidos en las vías conmocionaron a una sociedad que jamás había vivido algo similar.  La reacción inmediata del Gobierno de entonces fue clara: a tan solo tres días para unas elecciones generales clave, en las que Mariano Rajoy era el delfín político de Aznar, su estrategia fue culpabilizar de lo sucedido a la organización terrorista independentista vasca ETA, quienes llevaban décadas atentando en España.

Lo cierto es que los portavoces políticos de la izquierda abertzale, rama política de las ideas que defendían los militantes de ETA, negaron categóricamente la responsabilidad de esta organización en estos ataques. Algo nada habitual, ya que ETA siempre reivindicaba sus atentados y cuando hacía ataques masivos siempre llamaba unos minutos antes a las autoridades para avisar, algo que no sucedió ese 11 de marzo.

A pesar de ello, la obstinación del Gobierno por demostrar la implicación de ETA en lo ocurrido fue amplia. Y desde varios sectores de la izquierda española y la sociedad en general, se interpretó que era un intento de José María Aznar por desviar la atención de los verdaderos responsables, a pesar de las evidencias. Pero, ¿por qué?

A inicios de 2003, José María Aznar decidió involucrar a España en la invasión a Irak, liderada por Estados Unidos. Aunque más del 90% de los españoles se oponían a la guerra, su Gobierno envió más de 1,000 soldados apelando a razones de seguridad y amenazas globales.

Durante los meses previos al atentado hubo manifestaciones masivas por el ‘no a la guerra’ que golpearon con dureza a la Administración de Aznar y un atentado ligado a una célula yihadista podría ser peligroso para los intereses del Partido Popular de José María Aznar y Mariano Rajoy.

Las encuestas les daban una victoria cómoda durante los días previos al atentado gracias al buen desempeño de la economía española en ese momento, sin embargo, los ataques podrían hacer que la izquierda despertara y culpabilizara a Aznar por su involucramiento en la guerra en Irak.

Por este motivo, la versión oficial fue tan contradictoria e incluso el mismo José María Aznar telefoneó a los directores de los principales medios de comunicación del país para que creyeran su versión.  Sin embargo, las pruebas eran cada vez más evidentes en torno a la tesis que apuntaba al yihadismo ligado con Al-Qaeda como responsables de la matanza.

Durante los días siguientes aparecieron videos y textos que apuntaban a ello. Y el mismo 14 de marzo, día de los comicios, el gobierno reconoció por primera vez la posibilidad de que se trate de un atentado yihadista.  

Un teléfono móvil, una furgoneta y bombas que no detonaron fueron claves en las investigaciones. La Policía logró rastrear a un grupo de implicados en un apartamento en las afueras de Madrid. El 5 de abril de 2004, las fuerzas de operación especiales de la Policía Nacional española realizaron un operativo para atrapar a los autores intelectuales del atentado, pero estos decidieron inmolarse dentro de un apartamento, matando a un policía, quien es considerado la víctima número 193.

Los líderes principales del plan murieron ese día, por eso el juicio que comenzó en 2007 lo hizo sin los principales implicados en la masacre y con muchas incógnitas difíciles de resolver. A pesar de ello, la Justicia española consiguió inculpar a 21 personas a más de 45 años de prisión por su implicación en los atentados. Lo que también quedó más que demostrado para los investigadores es que ETA no tuvo nada que ver, a pesar de las proclamas de la derecha española, que llegó a defender incluso una alianza del grupo independentista -de corte marxista- con esta cédula yihadista. Algo más que inverosímil.

20 años después de los atentados, la controversia sigue presente entre la sociedad española por este motivo, ya que desde sectores de la derecha se defienden teorías de la conspiración que rechazan la victoria del PSOE en 2004 y que buscan implicar a ETA en el atentado.

Lo que sí está claro es que el 11-M fue un antes y un después en lo que se refiere a la seguridad en Europa. Los ataques en Madrid hicieron que las autoridades europeas sintieran más de cerca el problema del yihadismo -que había atacado otros puntos como las Torres Gemelas-, algo que posteriormente aumentaría con atentados en Londres, París, Niza o Barcelona.

Via: france 24

© 2024 Centra News | Todos los derechos reservados.