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Fuertes lluvias en Río de Janeiro dejan 12 muertos

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Bajo el agua. Barrios y ciudades del estado brasileño de Río de Janeiro amanecieron bajo el agua tras las lluvias torrenciales que mataron al menos a 12 personas durante el fin de semana.  Varias personas murieron ahogadas o en deslizamientos de tierra, mientras otras tres electrocutadas. Según funcionarios de defensa civil, unas dieciocho ciudades siguen en riesgo “alto” de deslizamientos de tierra, especialmente en los en los municipios de Duque de Caxías, Mesquita, Nilópolis, Seropédica, São João de Meritu, Quemados y Niteroi.

El aguacero, que se extendió desde la medianoche del sábado al domingo, inundó viviendas, un hospital, la línea de metro de la ciudad de Río y un tramo principal de la autopista, la Avenida Brasil. Hubo grandes afectaciones en la infraestructura de la zona norte de la capital fluminense, así como municipios de la zona metropolitana.

“Nos sentimos como animales. No es normal vivir así”, comentó Heloisa Regina, de 55 años, cuyo negocio y hogar se inundaron en Duque de Caxias, una ciudad al norte de Río, donde cayeron más de 100 milímetros de lluvia en 24 horas.

Heloisa y otros habitantes de Duque de Caxias se vieron obligados a atravesar las calles con agua hasta la cintura, mientras algunos optaron por trepar a los tejados, solicitando desesperadamente ayuda, según mostraba la transmisión de la cadena brasileña O Globo.

En el barrio Belford Roxo de Río, los bomberos llevaban a cabo la búsqueda de una mujer desaparecida luego de que su vehículo se precipitara al río Botas. Alrededor de 2.400 efectivos del cuerpo de bomberos de Río se desplegaron, utilizando ambulancias, barcos, drones y aviones para llevar a cabo operaciones de rescate y supervisar las áreas afectadas.

“Fue mi hija la que nos avisó en la madrugada cuando ya había agua dentro de la casa. Ella despertó y ya estaba todo lleno de agua”, comentó Moacid Moreira de Lima, de 68 años. “Es un sentimiento de indignación”, reaccionó Leacir Martines de Lima, que culpó a los políticos de lo sucedido por el mal uso del dinero público. El Instituto Nacional de Meteorología de Brasil había advertido de fuertes lluvias en Río, São Paulo y Minas Gerais por la combinación de calor, humedad y zonas de baja presión en la atmósfera.

Eduardo Paes, alcalde de Río de Janeiro, declaró el domingo una emergencia e instó a la gente a evitar las zonas inundadas y no interferir en las operaciones de rescate. Pero el riesgo aún no pasa. Para la tarde del martes hubo pronóstico de lluvias de moderadas a fuertes, relámpagos y ráfagas de viento. La defensa civil de Río recomendó a la gente no nadar en lagos o en el mar.

Desde el domingo los bomberos responden a más de 268 emergencias relacionadas con las precipitaciones, empleando la asistencia de drones para llevar a cabo estas operaciones. Aunque no se cuenta con una cifra exacta de damnificados, el gobernador del estado de Río, Cláudio Castro, informó que se estima que alrededor de 600 personas han sido desalojadas o han perdido sus hogares.

En los municipios más afectados las autoridades comenzaron a distribuir alimentos, paquetes de artículos de aseo, agua y colchones. Además, un centenar de máquinas, incluyendo retroexcavadoras y camiones, están colaborando en las labores de remoción de escombros para facilitar la recuperación de las zonas afectadas.

“Necesitamos agua, comida, ropa, mantas y cualquier ayuda es bienvenida. Cualquiera que tenga un barco también puede traerlo aquí para ayudar a rescatar a los residentes porque todavía hay muchas personas varadas”, reclamó Daisy Do Seu Nino.

En el transcurso de 2023, Brasil se vio afectado por eventos climáticos extremos que tuvieron consecuencias devastadoras. En febrero, fuertes lluvias provocaron inundaciones y deslizamientos de tierra en el estado de São Paulo, cobrando la vida de al menos 48 personas. Posteriormente, en septiembre, las secuelas de un ciclón en el sur del país dejaron un saldo de al menos 31 personas fallecidas y 2.300 desplazadas, mostrando la vulnerabilidad de la región ante fenómenos meteorológicos.

Al mismo tiempo la selva amazónica experimentó una preocupante sequía, añadiendo presión a una región ya afectada por cambios climáticos significativos. Científicos advierten que estos eventos extremos son cada vez más frecuentes y están vinculados al cambio climático. El año 2023, además, quedó registrado como el más caliente jamás registrado.

Via: france 24

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