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La victoria de los nacionalistas en Serbia agita la política y las calles del país
Belgrado, siete de la tarde. Milica, estudiante de Biología, camina junto a una masa de ciudadanos enfurecidos hacia la Comisión Electoral. “Ya no sabemos qué hacer. Otra vez… lo de siempre. Tal vez deberíamos irnos a otro país, donde no haya fraudes electorales de este tipo”, dice.
Serbia está en vilo esperando conocer qué ocurrirá con las elecciones parlamentarias y municipales celebradas el fin de semana. Según las autoridades electorales locales, el Partido Progresista serbio (SNS) del presidente Aleksandr Vučić ha ganado cómodamente las legislativas en todo el país, con el 46,7% de los votos, mientras que la coalición opositora Serbia Contra la Violencia se ha quedado en un 23,5%.
No obstante, el foco está en Belgrado, donde también se celebraron elecciones municipales. Según los resultados oficiales, el SNS tendría 48 concejales de un total de 110, frente a los 43 del SPN. Sin embargo, la oposición contaba con conquistar la capital después de multitudinarias manifestaciones ocurridas en los pasados meses contra Vučić. Belgrado era su verdadero objetivo para empezar a resquebrajar la supremacía del presidente serbio y de su partido, en el poder desde 2012.
Pero, en lugar de eso, se han multiplicado las denuncias por irregularidades y fraude electoral en la capital del país. Los primeros han sido los observadores de CRTA y Cesid, dos acreditados institutos independientes serbios, que han denunciado diversas irregularidades en toda la ciudad. CRTA en particular se encontró con “papeletas rellenadas”, “listas paralelas de votantes”, “violaciones del secreto del voto”, “presencia de terceras personas en las mesas de votación” y personas que votaron en lugar para otros. Los ciudadanos de Belgrado no pudieron expresar “libremente su voluntad”, ha concluido el organismo.
A poca distancia de Milica está Marko. Son parte de los miles de manifestantes que se concentraron frente a la Comisión Electoral en las protestas convocadas por la oposición. Marko tiene 41 años, dos hijos y una buena situación económica. Es ejecutivo especializado en márketing. También dice que está pensando en irse de Serbia. “¿Cómo pueden mis hijos crecer en un país así?”, dice. Su mujer no quiere hablar. “¿Para qué?”, remata. Ella no solo está enojada con el oficialismo, sino también con la oposición.
Biljana Stojkovic, profesora universitaria y militante de Zajedno, un pequeño partido de izquierdas, la entiende. “Si hemos perdido es también es porque se podría haber dado mayor visibilidad a muchos jóvenes capacitados y no se hizo. Nada puede cambiar así”, dice Stojkovic. “La gente de izquierda está harta de ver siempre las mismas caras desde hace 30 años. Eso es poco creíble. Eso y que en nuestra coalición hubiera tantas personas con ideas distintas”, dice.
Por este motivo, la estrategia de Vučić durante la campaña electoral fue convertir los comicios en un plebiscito sobre sí mismo. Una elección entre un futuro incierto, con la oposición, y un pasado conocido con la garantía, también internacional, de que Serbia no se salga excesivamente del guión y provoque grandes sobresaltos a su paso en temas delicados como el diálogo con Kosovo.
“No se trata de que deje yo el poder, si no de que ellos quieren destruirlo todo”, llegó a decir el presidente serbio antes de la votación, refiriéndose a sus rivales. El cargo de presidente, ostentado por Vučić, no dependía de estos comicios, ya que se elige en otras votaciones presidenciales. Sin embargo, a pesar de que ni siquiera era el candidato de su partido, protagonizó la campaña y el mismo anuncio de los resultados.
De hecho, estas elecciones parlamentarias se anticiparon por decisión del propio Vučić, quien las convocó con la intención de reforzarse y ganar tiempo ante sus compromisos internacionales. Todo ello, después meses de protestas multitudinarias contra su Gobierno en Belgrado y de un nuevo estallido de violencia en el norte de Kosovo, donde en septiembre treinta paramilitares serbios le tendieron una emboscada a una patrulla kosovar. El vínculo entre Vučić y uno de los asaltantes puso nuevamente al presidente serbio en la mira de Washington y Bruselas, anteriormente más inquietos por su colega kosovar y primer ministro de Kosovo, el también nacionalista Albin Kurti.
La agitación en la calle por las denuncias de fraude electoral también ha llegado a los despachos europeos. Los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) también relata “irregularidades en los procesos y diversas acusaciones sobre el transporte de votantes traídos a votar para apoyar al partido gobernante en las elecciones municipales”. Además, también se registraron situaciones más graves, como casos de “compra de votos” y papeletas previamente “rellenadas”, afirman.
Por esto, el Gobierno de Alemania ha dicho que considera la situación “inaceptable” para un país candidato a entrar en la Unión Europea (UE). También se pronunció sobre el asunto el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, y el comisario europeo de Vecindad, Olivér Várhelyi: ambos firmaron una carta para exigir “mejoras tangibles y nuevas reformas” en los procesos electorales y aseguraron estar esperando “con interés” el informe de la OSCE al respecto.
“El buen funcionamiento de las instituciones democráticas de Serbia está en el núcleo del proceso de adhesión del país a la Unión Europea”, advirtieron. Serbia solicitó la adhesión a la UE en 2009 y se convirtió en país candidato en marzo de 2012.
Belgrado, martes, al mediodía. La oposición proeuropea insiste en que no reconocerá los resultados de los comicios en Belgrado y en que es necesario que se convoquen aquí nuevas elecciones cuanto antes. Mientras tanto, avisan, seguirán saliendo a la calle. Más turbulencias en un país que no encuentra la paz más de dos décadas después del fin de las terribles guerras yugoslavas.
Via: france 24