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Liberan a 29 policías y militares retenidos desde el jueves en Colombia
En las montañas del Micay opera la escisión bajo el mando de alias Iván Mordisco que se apartó de los diálogos y aumentó su presión violenta contra el Estado.

“¡Volvimos, mi coronel!”, dijo uno de los uniformados aliviado, antes de abrazar a sus compañeros, constató la AFP.
Los efectivos se encontraban en cautiverio en un centro de reuniones comunitario en la localidad de La Hacienda. Fueron días de “zozobra”, “no sé ni qué día es hoy”, lamentó el teniente coronel de la policía, Diego Álvarez.
Otra facción dirigida por alias Calarcá mantiene las conversaciones. La apuesta de “paz total” del gobierno flaquea, en medio de frustradas negociaciones con las guerrillas y una explosión de violencia que se extiende en distintos puntos del país.
Fueron dos días de negociaciones y votaciones internas en la comunidad sobre si debían o no liberarlos. Hacia el mediodía, los líderes dieron finalmente luz verde y cortaron las cuerdas que formaban un cerco alrededor de los uniformados.
Con sus pertenencias al hombro y bajo el sol inclemente, caminaron unos cinco kilómetros, formados en fila y escoltados por habitantes, algunos de ellos con sus rostros cubiertos.
Una comisión de la Defensoría del Pueblo, el ente encargado de velar por los derechos humanos, los recibió a medio camino. A lado y lado de la carretera asomaba el verde fluorescente de interminables cultivos de hoja de coca que se perdían en el horizonte. La minería ilegal de oro también carcome un río aledaño.
“(Pienso) en mi familia, en mi esposa, mi hijo, que me están esperando en casa”, dijo con voz agitada el mayor Nilson Bedoya, el único militar del grupo. Cuando empezaron los choques con la población, Bedoya fue a ayudar a sus compañeros policías que quedaron atrapados en una tanqueta en llamas.
“Parecía una película de terror (…) A Stiven lo prendieron vivo”, recuerda. Finalmente se rindieron. La caravana de uniformados junto a defensores de derechos humanos se detuvo en una gasolinera en la que se encontraban funcionarios de Naciones Unidas.
Al sitio llegaron también unos 20 militares armados, que escoltaron su salida de la zona.
“Lo que ocurrió no fue una retención”, aseguró el ministro de Defensa Pedro Sánchez. “Los únicos que pueden hacer retención son las autoridades (…), lo demás es secuestro”, sentenció.
Tras la evacuación, nuevas tensiones surgieron en el Cañón del Micay. Cientos de pobladores escalaron una montaña hasta llegar a una base militar estratégica para presionar a gritos la retirada de los soldados de El Plateado.
Los militares arrinconados recogieron sus armas y objetos personales y comenzaron a salir de la zona rodeados por una multitud enfurecida. Aunque fueron momentos tensos, no se registraron víctimas.
Daniel Molano, defensor del pueblo encargado de la misión, explicó que no es la primera vez que se presenta este tipo de retenciones en la región. Lo más grave es “la presencia múltiple de diferentes actores ilegales que, en su confrontación con fuerzas legales, o entre ellos, pone en riesgo a la comunidad civil que siempre queda en el medio”, sostuvo.
Las fuerzas militares lanzaron en octubre de 2024 la incursión militar “Perseo” para retomar el control del Cañón del Micay. Petro propone un ambicioso programa de sustitución de narcocultivos por otros, en el mayor productor de cocaína del mundo.
Los pobladores aseguran que detrás hay una campaña de “erradicación forzada”. “No va a haber erradicación de los cultivos a la fuerza”, insistió desde Popayán el ministro del Interior, Armando Benedetti.
Via: afp