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Líderes bálticos buscados por Moscú: símbolo de reafirmación de “un mundo ruso”

No es la primera vez que Rusia publica avisos de búsqueda de personalidades públicas extranjeras, pero merece la pena echar un vistazo a uno de los últimos. El martes 13 de febrero, Moscú puso en el punto de mira a varios políticos bálticos, entre ellos la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas. Se trata de la primera jefa de gobierno extranjera buscada por la Policía rusa.
Las autoridades han emitido tarjetas de búsqueda contra “personas responsables de decisiones que suponen un insulto a la historia [y] de acciones hostiles contra la memoria histórica de Rusia”, explicó el martes el portavoz presidencial, Dmitry Peskov.
Una fuente de seguridad rusa también declaró a la agencia estatal de noticias TASS que Kaja Kallas -junto con el secretario de Estado estonio, Taimar Peterkop- está siendo perseguida por “destruir y dañar monumentos (en honor a) soldados soviéticos” de la Segunda Guerra Mundial. El ministro lituano de Cultura, Simonas Kairys, está bajo orden de búsqueda y captura por “destrucción de monumentos”.
“Estos avisos de búsqueda son la forma que tiene Rusia de decir: ‘Están bajo la ley rusa y todavía los consideramos más o menos parte del imperio ruso’. Es una provocación y un insulto a un país independiente y autónomo”, explica la historiadora Cécile Vaissié, profesora de estudios rusos y soviéticos en la Universidad Rennes-II e investigadora en el CERCLE de la Universidad Nancy II.
Moscú ha emitido avisos de búsqueda similares en el pasado, en particular contra el escritor exiliado Boris Akunin. Akunin, que condenó como ‘invasión’ la ofensiva rusa en Ucrania, está acusado de “terrorismo” y ha sido incluido en la lista de “agentes extranjeros” del Kremlin. La lista sigue y sigue.
Más de 96,000 personas -entre ellas más de 31,000 rusos y casi 4,000 ucranianos- son objeto de una ficha de búsqueda y captura, según el medio de comunicación ruso en el exilio Mediazona, que el lunes 12 de febrero publicó una recopilación de diversas bases de datos del ministerio del Interior ruso.
Y el abanico de personas buscadas es amplio. La lista incluye a Andy Stone, portavoz de Meta (empresa matriz de Facebook, WhatsApp e Instagram), acusado de “apoyo al terrorismo”. El presidente de la Corte Penal Internacional (CPI), el polaco Piotr Hofmanski, también figura en la lista. Su nombre se añadió a la lista después de que la CPI emitiera una orden de detención contra Vladimir Putin en marzo de 2023, debido al presunto papel del presidente ruso en la deportación de niños ucranianos.
No es de extrañar, dado el conflicto en curso, que la mayoría de los extranjeros en el punto de mira de los servicios policiales rusos sean ucranianos. Mediazona ha identificado al menos a 176 personas “procesadas en rebeldía” por diversos motivos: participación en la guerra, vínculos con las autoridades ucranianas o por sus declaraciones públicas.
La lista incluye desde el excomandante en jefe del Ejército ucraniano, Valerii Zaluzhnyi, hasta un agricultor ucraniano que apoyó al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en las redes sociales haciendo comentarios poco amistosos sobre Vladimir Putin.
Unos 59 diputados letones -dos tercios del Parlamento- también son objeto de un cartel de búsqueda, tras votar, en mayo de 2022, a favor de retirarse de un acuerdo con Rusia sobre la preservación de monumentos conmemorativos. Esta decisión, tomada pocos meses después del inicio de la guerra en Ucrania, hace casi dos años, provocó en particular la demolición de un monumento de la época soviética en la capital, Riga.
“Todo esto da la impresión de un gran embrollo, un gran manojo de personalidades supuestamente hostiles a Rusia y contra las que está actuando”, afirma Marie Dumoulin, directora de programas del Centro de Relaciones Internacionales del Consejo Europeo.
La especialista no duda de que “la Justicia rusa tiene argumentos contra cada una de estas personalidades”, pero tiene reservas sobre Kaja Kallas: “El argumento sobre la primera ministra estonia me parece jurídicamente un poco endeble: buscar figuras públicas extranjeras basándose en sus discursos sobre la historia es bastante atrevido”.
La primera ministra, que en los últimos años ha apoyado la retirada de monumentos soviéticos, no parece inmutarse por su nuevo estatus en Rusia. En un comunicado de prensa emitido el martes, condenó la acción “nada sorprendente” de Moscú, que calificó de “táctica habitual de intimidación”.
El Ministerio de Asuntos Exteriores estonio también recibió el miércoles al representante ruso en su país para informarle: “estas medidas […] no nos impedirán hacer lo correcto y Estonia no cambiará su firme apoyo a Ucrania”.
El ministro lituano de Cultura, Simonas Kairys, declaró en una entrevista con RFI el miércoles 14 de febrero que estos anuncios de búsqueda eran “un sinsentido”, pero añadió: “También es un mensaje para recordarnos que debemos mantener los ojos bien abiertos y comprender los métodos que a veces utiliza Rusia”. Según los especialistas contactados por France 24, estas persecuciones son ante todo “simbólicas”, en el sentido de que tienen pocas posibilidades de desembocar en una detención real.
“El objetivo principal es reafirmar la existencia de un mundo ruso (concepto nacido tras el colapso de la Unión Soviética y destinado a englobar a toda la diáspora rusófona fuera de Rusia, nota de la redacción) y de una Rusia en el centro de un imperio que gestiona la vida de sus ciudadanos”, explica Cécile Vaissié. “Desde los años 90, el Kremlin mantiene la confusión entre rusoparlantes, rusos, ciudadanos rusos, antiguos ciudadanos de la URSS y antiguos ciudadanos del imperio”.
Marie Dumoulin señala la “firme y antigua línea dura de Moscú con los Estados bálticos en la cuestión de la memoria”. La especialista señala, sin embargo, que la tensión se agudizó durante la reforma constitucional de 2020.
“La memoria histórica del Estado ruso se consagró entonces en la Constitución y, a partir de ahí, se produjo un endurecimiento de las actitudes desde dentro, sobre todo con la disolución de la ONG Memorial (que era la guardiana de la memoria del gulag en Rusia, nota de la redacción)”, prosigue la especialista, antes de concluir: “Es un enfoque en el que solo hay un discurso histórico posible. No es bueno ser historiador en la Rusia actual.
Via: france 24