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Nicaragua aprueba retirar la nacionalidad a los nicaragüenses que adquieran otra ciudadanía
Los legisladores, a petición de Ortega, han reformado 148 de los 198 artículos de la Carta Magna y derogaron otros 37, incluido el que prohibía la práctica de la tortura.

La enmienda constitucional, propuesta con carácter urgente por los esposos y copresidentes de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo, fue aprobada de forma expedita y a mano alzada por los 91 diputados que integran el Parlamento durante una sesión especial celebrada en el municipio de Niquinohomo (suroeste) en conmemoración al 130 aniversario del natalicio del héroe nicaragüense Augusto C. Sandino (1895-1934).
La reforma constitucional establece, en su artículo 23, que “las y los extranjeros pueden ser nacionalizados, previa renuncia a su nacionalidad originaria”. En el caso de “las y los centroamericanos de origen, residentes en Nicaragua, tienen derecho de optar a la nacionalidad nicaragüense sin renunciar a su nacionalidad”.
El otro artículo reformado es el 25, que ahora quedó así: “La nacionalidad nicaragüense se perderá al momento de adquirir otra nacionalidad”.
Quien adquiere otra nacionalidad y jura lealtad a un Estado extranjero, rompe el vínculo jurídico y moral con Nicaragua. No puede existir doble fidelidad: la patria exige compromiso exclusivo”.
“Por ello, existen Estados soberanos que no permiten la doble nacionalidad. Nicaragua, en ejercicio de su soberanía, debe garantizar que su ciudadanía no sea instrumentalizada por intereses foráneos o contradictorios”, agregaron.
Según Ortega y Murillo, “esa medida reafirma que ser nicaragüenses no es un título, sino un acto de entrega a la defensa de la independencia, soberanía y autodeterminación”, y “quien elija otra bandera, renuncia voluntariamente a su lugar en la patria de Sandino, única, indivisible y revolucionaria”.
Esa enmienda amplía de cinco a seis años el periodo presidencial, establece la figura de “copresidenta”, que el Ejecutivo “coordine” los demás “órganos” del Estado, que dejan de llamarse poderes, y legaliza la apatridia.
Via: france 24