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¿Qué hay detrás del giro del Gobierno alemán hacia una política migratoria mucho más estricta?
A inicios de septiembre, luego de la pausa del verano boreal en Alemania, el canciller Scholz (SPD) decidió recuperar la iniciativa política y anunció el Deutschland-Pakt (Pacto Alemán). Una iniciativa que promueve un plan de modernización integral para el país. El pacto anunciado tiene como objetivo acelerar los procesos de aprobación, digitalizar la administración y brindar apoyo a las empresas. También pretende fomentar la inmigración de trabajadores cualificados del extranjero.
En ese momento, pese al apoyo de algunos sectores como la Bundesvereinigung der Deutschen Arbeitgeberverbände (Federación de Asociaciones de Empresarios Alemanes), la oposición liderada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU/CSU) manifestaba reparos y definía a la propuesta como un lanzamiento vacío ya que muchas partes del plan ya estaban en funcionamiento aunque sin grandes avances. Uno de los elementos que se criticaba fuertemente era la política migratoria.
Menos de un mes más tarde, a inicios de octubre las urnas en Hessen y Baviera encendían todas las alarmas de la cancillería. La CDU ganaba ambos estados, con un enorme crecimiento en Hessen en particular, y la ultraderecha de Alternative für Deutschland (AfD) superaba las expectativas de las encuestas y conseguía 18,4% y 14,6% respectivamente. Pero lo que era aún más impactante para el Gobierno federal de socialdemócrata, verdes y liberales fue la caída de las tres fuerzas. El castigo hacia el trabajo político del Gobierno era evidente, y el Deutschland-Pakt de Scholz parecía perder potencia.
Desde el descontento por la política energética hasta la crisis económica, potenciada por la cuestión inflacionaria, eran variables que barajaban los analistas como causa de la debacle. Sin embargo, Scholz interpretó el resultado en función de lo que planteaba gran parte de la oposición: la migración y los refugiados.
De hecho, la política de asilo del Gobierno viene recibiendo críticas recurrentes desde los Gobiernos regionales y locales que se sienten abandonados a su suerte por el Gobierno federal. En lo que va del 2023 alrededor de 233.000 personas solicitaron asilo en Alemania, según lo que informa la Oficina Federal de Migración y Refugiados (BAMF). A esto se sumaron los pedidos de una oposición envalentodada luego de los resultados electorales mencionados. Para Friedrich Merz, presidente de la CDU, un pacto como el que propone Scholz debería tener el tema migratorio como prioridad para recibir el apoyo de su partido.
Scholz no sólo enfatizó la necesidad de tomar medidas más estrictas para deportar a los solicitantes de asilo no aceptados y limitar la migración irregular en Alemania. También destacó la importancia de proteger las fronteras exteriores de Europa y reducir los incentivos para permanecer de manera irregular en el país. Dos frases que generan suspicacias entre algunos sectores progresistas ya que ambas coinciden estrechamente con ideas y marcos interpretativos ultraderechistas. Por otra parte, el canciller abordó la necesidad de definir claramente quién puede quedarse en Alemania, en donde se refirió tanto a refugiados políticos como a personas que huyen de la guerra. En el proyecto de ley presentado por la ministra del Interior se cristalizaron las expresiones del canciller hace pocos días.
Este movimiento de la coalición gobernante pone a Alemania en una tendencia que describe Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Migraciones y Relaciones Internacionales: “La restricción de derechos de las personas migrantes, así como el endurecimiento de las políticas de migración y asilo es un hecho transversal a todo el espectro político. Lo hemos visto en Dinamarca con un gobierno socialdemócrata, por supuesto en los gobiernos de las derechas, y ahora también en el bloque de las izquierdas con partidos que podrían ser tachados de rojipardos como la nueva facción de Die Linke, el BSW, liderada por Wagenknecht, apuesta por una vuelta al obrerismo clásico y nacionalista”.
Entre otros puntos, la oposición expresó la idea de limitar los pedidos de asilo a 200.000 al año, algo que seguramente pueda traer conflictos más allá de las fronteras nacionales, es decir, a nivel europeo. Pero lo más importante no es si consigue imponerse, sino su capacidad para marcarle la agenda al Gobierno. Esto profundiza la debilidad del tripartito y reposiciona a la CDU/CSU como opción de poder real luego de mucho tiempo.
Por otra parte, el cambio expresado por Scholz en el tema migrante es síntoma de otra problemática: la normalización de una narrativa mucho más cercana a las ideas ultraderechistas. “El discurso hegemónico securitizado hace que este tipo de medidas se expandan de manera explosiva por toda Europa”, señala Ferrero y agrega que el “peligro no son los partidos ultras, el peligro es el efecto contagio en el resto, y, sobre todo, la importación de sus agendas políticas a los partidos mainstream”.
En este sentido, las elecciones regionales parecen haber empujado a Scholz a optar por ese camino que no es novedad en Europa. “En el marco europeo esta parece ser la tendencia, tal y como se ha podido apreciar en la propuesta del Pacto de Migración y Asilo. Gobiernos progresistas han asumido la agenda más excluyente en relación con las personas migrantes, y con una interpretación a la baja del derecho de asilo,” concluye Ferrero.
Via: france 24