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Robo histórico en el Louvre reaviva debate sobre seguridad cultural en Francia
La presidenta del Louvre reconoció que la videovigilancia exterior es “insuficiente” tras el hurto de ocho joyas; el gobierno promete acelerar refuerzos.
El museo del Louvre enfrenta una tormenta política y cultural tras el robo de ocho joyas valoradas en más de 100 millones de dólares, consumado en apenas ocho minutos. Laurence des Cars, presidenta de la institución, admitió ante el Senado que el sistema de cámaras exteriores es “obsoleto” y “muy insuficiente”, lo que habría facilitado el actuar de los delincuentes.
La investigación, que moviliza a más de un centenar de agentes, se centra en la ruta de acceso por la Galería de Apolo y en un supuesto montacargas obtenido con documentación falsa. La fiscalía precisó que el daño es “extremadamente espectacular”, aunque no equiparable al de piezas icónicas como la Mona Lisa, que posee un blindaje y un sistema de control climático de alta seguridad.
El incidente revive denuncias históricas del personal del museo por falta de recursos y saturación. En meses recientes, trabajadores advirtieron que el turismo masivo y las obras internas generan cuellos de botella que limitan la vigilancia de salas y accesos, abriendo espacios para intrusiones de alto riesgo.
El Elíseo instruyó al Ministerio de Cultura a acelerar un plan de modernización que incluye un nuevo puesto de mando, más cámaras y barreras perimetrales. También se evalúa la instalación de una comisaría interna y protocolos reforzados para cargas y operaciones logísticas, considerados puntos críticos en museos de gran escala.
Más allá del golpe económico, el robo al Louvre impacta la reputación internacional de la gestión del patrimonio francés. El caso abre un debate mayor: cómo conciliar accesibilidad y seguridad en instituciones que reciben millones de visitantes y que, al mismo tiempo, deben proteger bienes culturales de alto valor simbólico y comercial.
Vía: Infobae




