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Un año de guerra en Sudán: ¿una solución política imposible?
Una guerra olvidada y una catástrofe humanitaria que cada día empeora. Desde hace un año, Sudán está sumido en un conflicto mortal entre el Ejército y el grupo paramilitar FSR (Fuerzas de Apoyo Rápido). Los enfrentamientos han dejado miles de muertos, incluidos más de 10.000 en Darfur, según un informe de la ONU, y provocaron una crisis migratoria: 8,5 millones de desplazados, incluidos 2 millones que ya han huido del país. En el plano político, no está surgiendo ninguna solución entre los dos bandos, que siguen decididos a luchar.
Esta guerra, en curso desde el 15 de abril de 2023, ha sacado a la luz la rivalidad entre dos generales en el poder: Abdel Fattah al-Burhane, jefe del Ejército, y Mohammed Hamdane Daglo, conocido como Hemedti, al frente del FSR. En octubre de 2021, dos años después de la caída del presidente Omar al-Bashir –en el poder durante 30 años–, se unieron para expulsar a los civiles del poder. Pero rápidamente surgieron tensiones sobre el plan de integrar al FSR en el Ejército. Mohammed Hamdane Daglo se opuso a ello.
“Desde el principio, el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido fueron grupos rivales”, recuerda Marc Lavergne, director de investigación del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) de Francia y especialista en Sudán. “El FSR fue creado por Omar al-Bashir, que desconfiaba del Ejército. Había reclutado a Hemedti, que actuaba como su guardaespaldas. Nunca hubo confianza entre los dos grupos”. En la misma línea, Thierry Vircoulon, investigador asociado del Centro de África Subsahariana del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), describe el actual conflicto en Sudán como una “guerra de sucesión entre los dos pilares del antiguo régimen”.
En el terreno, el equilibrio de poder inicialmente parecía estar a favor del Ejército, mejor equipado y con capacidad de ataque aéreo. Pero en los últimos meses de 2023, las Fuerzas de Apoyo Rápido hicieron más que resistir. Si bien los combates se concentraron inicialmente en Jartum y la región de Darfur, en el este del país, los paramilitares lograron un avance significativo en el estado de Al Jazirah y lograron capturar la capital, Wad Madani, el 18 de diciembre.
La capitulación del Ejército en esta megalópolis de 400,000 habitantes había despertado la ira del general Abdel Fattah al-Burhane, quien prometió castigar a los responsables. Desde entonces, el Ejército parece haber logrado recuperar gradualmente el control, especialmente en la capital, Jartum, y en la vecina ciudad de Omdurman.
El Ejército regular se beneficia del apoyo de los vecinos Egipto y Arabia Saudita. El FSR puede contar con el apoyo de los Emiratos Árabes Unidos y del grupo mercenario ruso Wagner que, según varias fuentes periodísticas, les ha proporcionado material militar. “Hemedti controla la explotación de oro en Sudán, lo que alimenta la codicia”, subraya Marc Lavergne. “También tiene buenas relaciones con Chad porque controla el tráfico en su frontera”. Además del aspecto puramente económico, el país también se encuentra en el centro de una guerra por la influencia regional. Egipto, por ejemplo, ve en Abdel Fattah al-Burhane, jefe del Ejército, un aliado contra su rival y vecino etíope.
En este contexto, las mediaciones iniciadas desde el inicio del conflicto por Estados Unidos, Arabia Saudí y Kenia han fracasado. La misma suerte corrió la del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que pidió una tregua durante el mes del Ramadán, sagrado para los musulmanes.
“Las negociaciones solo podrán tener lugar si los paramilitares se retiran de las ciudades ocupadas de Darfur, Kordofán y Jartum y entregan sus armas”, respondió un representante del Ejército. Estados Unidos, por su parte, pidió un nuevo diálogo “inclusivo”, con la participación de la Unión Africana, la IGAD (Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo), la Organización de Estados de África Oriental, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos.
“La responsabilidad de estos fracasos sucesivos recae en parte en los propios mediadores, que luchan por proponer soluciones, ya sea por falta de interés o para proteger los suyos”, lamenta Marc Lavergne. “Mientras tanto, esta guerra entre dos depredadores continúa y no surge ninguna solución para la población sudanesa”.
El 9 de abril, durante su discurso de Eid al-Fitr, que marcó el final del mes de ayuno del Ramadán, Abdel Fattah al-Burhane afirmó que “no habrá vuelta atrás” hacia un gobierno civil y reiteró su determinación de ganar la guerra. Una guerra que provocó “uno de los peores desastres humanitarios de los últimos tiempos”, según la ONU.
Via: france 24