Puente Nahualate: Riesgo de colapso y respuesta estatal insuficiente

El Puente Nahualate, ubicado en el kilómetro 137 de la CA-2 Occidente, en Chicacao, Suchitepéquez, está al borde del colapso. A pesar de las alertas emitidas desde hace meses, el Ministerio de Comunicaciones sigue sin dar una respuesta contundente.

El 22 de octubre, las autoridades de Provial se vieron obligadas a cerrar el tránsito por el puente tras escuchar un estruendo que reveló daños estructurales graves. No fue una sorpresa para quienes conocían la situación: la empresa Andria S.A., encargada del mantenimiento, había advertido al Ministerio desde el 4 de julio de 2024 sobre el peligro inminente. Su misiva fue clara: “el puente podía colapsar si no se tomaban medidas urgentes”.

Corrupción, burocracia y negligencia: un cóctel mortal

El contrato con Andria S.A., adjudicado para el mantenimiento del puente, fue suspendido hace más de un año, y desde entonces la empresa ha sido incapaz de continuar los trabajos por falta de pago. De los Q40 millones comprometidos, solo se han desembolsado Q26 millones.

La respuesta del gobierno ha sido la suspensión de los pagos y, por tanto, de los trabajos, a pesar de que la propia entidad contratante, COVIAL, había emitido órdenes de campo urgentes para reforzar la estructura deteriorada.

El viceministro de Infraestructura, Max Alejandro García, indicó el miércoles 23 de octubre, que se está a la espera de los resultados de una inspección para definir los próximos pasos. Sin embargo, esta falta de celeridad ha generado preocupación entre los usuarios y las autoridades locales, quienes temen un “colapso que afecte el tránsito y ponga vidas en peligro”.

¿Y Conred?

Por su parte, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) ha señalado que no tiene competencia para supervisar los trabajos en el puente, responsabilizando al Ministerio de Comunicaciones.

Diez años de advertencias ignoradas

El caso del Puente Nahualate no es un hecho aislado ni reciente. Desde 2012 se han identificado problemas en su estructura, problemas que se agravaron con las tormentas Blas y Celia en 2022.