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Tecnología

Realidad del uso de la Inteligencia Artificial en Guatemala

Poco a poco la IA se ha introducido más en la vida cotidiana de las personas que cuentan con la capacidad económica de hacer uso de esta herramienta de tecnología.

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La realidad del uso de la Inteligencia Artificial (IA) en Guatemala en fecha reciente, ha cobrado notoriedad y atención cómo consecuencia de un hecho punible que vulneró la frontera de la moral o conductas éticas públicas, al atentar un grupo de estudiantes masculinos, contra la privacidad de otro grupo de compañeras de estudio, todos menores de edad.

Los infractores suplantaron la identidad de sus víctimas en hechos propios de la naturaleza humana, sí, pero que con base a los “buenos principios”, no son ni deben ser de dominio público y menos con fines de lucro. Para la presente fecha el caso ya es motivo de investigación y aplicación de criterios en el ámbito jurídico judicial, pero enfrenta como valladar y agravante de la minoría de edad de los involucrados.

Los orígenes de IA en el mundo se sitúan en 1943, año en que los científicos Warren McCulloch y Walter Pitts, con la publicación del artículo «A Logical Calculus of Ideas Immanent in Nervous Activity», a través del cual informaron del primer modelo matemático para la creación de una red neuronal artificial, considerada como la primera inteligencia artificial.

La inteligencia artificial es un campo de la ciencia y tecnología cibernética y en especial, relacionada con el uso de computadoras, teléfonos inteligentes o bien, máquinas que pueden realizar actividades de tal manera que busca sustituir la inteligencia humana o bien, a través del uso de una data y codificación de escala excede el IQ (niveles de capacidad mental) de varios segmentos poblacionales por distintas razones.

Poco a poco la IA se ha introducido más en la vida cotidiana de las personas que cuentan con la capacidad económica de hacer uso de esta herramienta de tecnología y sus capacidades en productos variados; en la casa, el trabajo y los espacios sociales que se comparten, su presencia está transformando la manera en que las sociedades se comunican, trabajan y conviven.

La inteligencia artificial puede presentar dificultades en un momento o situación determinada, debido a que al carecer de albedrío propio, no puede enfrentar problemas fuera de su ámbito de los códigos de su creación, por lo tanto, no tomar decisiones salomónicas.

Digitalent Group, con proyección en Europa y América, plantea la existencia de inconvenientes en el uso de la IA. Una, la sustitución de la intervención o la mano del hombre en ciertas áreas cómo el comercio, la industria, la educación, la investigación, lo cual es tomado como el inicio del desplazamiento de la mano de obra en las sociedades donde impere o imperará.

A pesar de los múltiples y variados beneficios que, como herramienta tecnológica ofrece, según los técnicos en la materia que le defienden, al no contar con la conciencia, la creatividad y la emotividad humana como la empatía, el aprecio, la solidaridad, etc., sus algoritmos tal y como fuera diseñada o creada pueden tomar decisiones radicales e incluso, discriminativas.

Un riesgo y quizá uno de los más atentatorios contra la interacción social, es el cultivar la pérdida progresiva de la capacidad humana al incidir en sus usuarios hacia un alejamiento del uso de sus facultades de conocimiento, capacidad técnica e incluso, afectar la capacidad física, al tomar el control de actividades, hábitos, satisfactores y necesidades inherentes a la salud mental. Ejemplo popular: el uso de las calculadoras.

La IA facilita la inestabilidad en el campo de la seguridad cibernética como ente operante. Esto debido a que no puede tomar decisiones de carácter o parámetros de conducta tal, y como lo haría un humano en determinada función y actividad económica.

Digitalent Group, señala que los parámetros ortodoxos o pragmáticos codificados en sus fuentes operativas, provoca que no cuente con la capacidad de diferenciar, identificar y determinar conceptos como la creatividad, la intuición y el juicio de valor (valores y principios) en gran cantidad de actividades humanas o sociales.

En el área de la comunicación, una de las de mayor influencia de la IA, por ser de carácter y condición popular en el uso de distintas Apps, al facilitar la suplantación de identidades es susceptible de convertirse en un vehículo para la manipulación y la desinformación en distintos campos sociales. La IA podría utilizarse para crear y difundir a gran escala, información no real o cierta, como lo son el spam, las noticias fakes o videos y/o fotografías alteradas pero que, parecen reales. Similar situación se ha puesto en evidencia en el área de la educación e incluso, áreas profesionales de las llamadas intelectuales.

Guatemala carece de un marco regulatorio sobre el uso de la IA. En el Congreso de la República de Guatemala, existen dos proyectos de ley que plantean, según sus impulsores, el abordar la inseguridad jurídica de personas, empresas, grupos sociales, etc., ante la IA. Estas son conocidas con los números 61-57 y 62-80.

A nivel internacional en los últimos tiempos, varias corporaciones de empresas tecnológicas, legisladores europeos e incluso, la propia Organización de Naciones Unidas (ONU), tratan de crear las normas regulatorias sobre su uso y fines de creación para proteger los derechos humanos, la democracia y el estado de Derecho en cada país.

El primer paso lo hizo la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de Europa. En 2019, sus 38 países miembros acordaron adoptar principios y compromisos que, aunque no vinculantes, impulsen establecer que la IA funcione con transparencia, fácil comprensión, que cuente con un respaldo normativo jurídico que proteja y también de responsabilidad tanto al usuario como a sus creadores o facilitadores. Cómo principio filosófico, se exigiría que la IA sirva en los procesos de contribución hacia el crecimiento económico de las sociedades.    

FICHA DEL ENTREVISTADO

Luis Ortíz, Ingeniero en Sistemas y Ms. en Seguridad Cibernética; representante en Guatemala de la empresa NetReady, que opera en países como Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Panamá, Perú, República Dominicana, Estados Unidos de América y Venezuela.

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