Opinión
El analfabeto político y la urgencia de una ciudadanía crítica – Por: Camilo Bello Wilches
En 2024, el contexto político global subraya la relevancia de esta advertencia…
El poema “El analfabeto político” de Bertolt Brecht, escrito hace más de medio siglo, sigue resonando con una intensidad inquietante en la actualidad. Brecht describe al “analfabeto político” como una figura que se enorgullece de su ignorancia hacia la política, desconociendo cómo su indiferencia contribuye al establecimiento de injusticias y desigualdades en la sociedad. Este poema es una crítica feroz a quienes, por apatía o desprecio, se alejan de los asuntos políticos, ignorando que cada decisión, cada elección, afecta su vida cotidiana y la de sus conciudadanos.
En 2024, el contexto político global subraya la relevancia de esta advertencia. Más de 70 países alrededor del mundo celebran elecciones nacionales este año, incluyendo grandes democracias como Estados Unidos, donde Kamala Harris se enfrenta a Donald Trump; El Salvador, donde Nayib Bukele busca un segundo mandato; y México, donde Claudia Sheinbaum ha sido elegida como la primera presidenta de la nación. Estas elecciones, cada una en su particularidad, muestran la importancia del compromiso ciudadano en la construcción y preservación de sistemas democráticos justos. Sin embargo, el fenómeno del “analfabetismo político” que Brecht describe persiste, y en algunos lugares, parece haber ganado terreno.
La indiferencia política no es un problema trivial. Las palabras de Brecht alertan sobre las consecuencias de una ciudadanía que rehúye el compromiso cívico: líderes corruptos, abusos de poder y políticas injustas que se instauran en silencio mientras el ciudadano común se distrae o se desentiende. Este “analfabetismo político” es una especie de ceguera social que permite a los poderosos manipular la estructura del Estado en beneficio propio, bajo la pasividad de una población que no cuestiona, no vigila y no participa activamente en la vida pública.
Esta realidad, presente en numerosos países, no se debe solo a la falta de interés de los ciudadanos, sino también a un entorno mediático y digital que contribuye a la desinformación y a la polarización. Hoy en día, la manipulación informativa se ha convertido en una herramienta para moldear opiniones y encaminar a las masas en favor de intereses específicos. Las redes sociales, en particular, han acelerado el proceso de desinformación, permitiendo que se propaguen noticias falsas y discursos simplistas que fomentan el pensamiento superficial y el rechazo a la política. Esta es la manifestación moderna de lo que Brecht criticaba: una ciudadanía que, al carecer de pensamiento crítico y criterio político, termina siendo vulnerable a las manipulaciones.
La democracia no se construye solo con votos. Votar es apenas el primer paso de un largo proceso que requiere vigilancia, participación y responsabilidad. En sociedades democráticas, el poder no reside únicamente en quienes gobiernan, sino en los ciudadanos que eligen y vigilan a sus líderes. Brecht nos recuerda que el acto de votar sin compromiso posterior es tan inútil como la indiferencia total. Sin una ciudadanía activa, el sistema democrático se convierte en una fachada que permite que los intereses personales de unos pocos dominen sobre los intereses colectivos.
Para que una democracia funcione de manera auténtica, es necesario que la ciudadanía participe, no solo durante las elecciones, sino de manera continua en los asuntos públicos. Esto significa informarse, cuestionar y exigir transparencia. La política no es algo ajeno; afecta la vida de todos, desde las políticas económicas que determinan el costo de vida hasta las decisiones en materia de educación, salud y seguridad. Ignorar estos temas, como dice Brecht, es abrir la puerta a la corrupción y a la injusticia.
A medida que avanzamos en un año marcado por elecciones clave en todo el mundo, el poema de Brecht se convierte en un llamado urgente a la reflexión. No podemos darnos el lujo de ser analfabetos políticos. En tiempos de crisis y cambios, el ciudadano tiene la responsabilidad de formarse y participar activamente, entendiendo que su papel en la sociedad es esencial para evitar que el poder caiga en manos de aquellos que solo buscan su propio beneficio. La verdadera democracia exige una ciudadanía consciente, informada y dispuesta a luchar por el bienestar común.
Así, las palabras de Brecht adquieren un nuevo significado: ser analfabeto político hoy no es simplemente ignorar la política, sino ser cómplice de las injusticias que se generan cuando la ciudadanía abdica de su responsabilidad cívica.