Opinión
Elección de Junta Directiva en Congreso 2025 – Por: Allan Ortíz
La planilla ganadora es producto de la hiper fragmentación partidista y la urgencia por mejorar la capacidad de inteligencia y operatividad política en el hemiciclo.
La planilla ganadora es producto de la hiper fragmentación partidista y la urgencia por mejorar la capacidad de inteligencia y operatividad política en el hemiciclo.
Con 151 votos (uno razonado tras la votación), se eligió la planilla presentada por el Diputado oficialista Samuel Pérez para la Junta Directiva del Congreso de la República 2025-2026. Para sorpresa de muchos, esta elección presentada por el Diputado Pérez, reunió el apoyo de diferentes bloques políticos, entre los cuales llamaron la atención los votos de los diputados pertenecientes a los partidos políticos de “Oposición” al oficialismo.
Entre celebraciones y consignas narrativas, por parte de diferentes voceros partidarios que intentaban reclamar la victoria de dicha votación, surgen especulaciones confusas sobre las razones que permitieron que el actual Presidente del Congreso de la República lograra su reelección, pues la interpretación más próxima dicha votación en el hemiciclo aparece en medio de una narrativa que predica una alta polarización entre dos grandes facciones políticas que entiende solamente de un oficialismo y sus aliados que reclaman un consigna de “Lucha contra la corrupción” y una oposición que ha sido etiquetada como el “Pacto de corruptos”.
Si bien el haber conseguido 151 votos a favor de una planilla para la Junta Directiva del Congreso es significativo en medio de un ambiente de aparente incapacidad de consensos políticos y de agudos enfrentamientos entre diferentes facciones en el Parlamento, también es cierto que su relevancia puede entenderse desde su significación político – narrativa, pero además nos invita a reflexionar sobre su propio significado.
En otras palabras, el “Hito” o la “imágen” que se produce la votación como símbolo político, puede ser interpretado según la narrativa establecida como un aparente triunfo del oficialismo a través de sus aliados, además de “representar” la presentación de una aparente alianza política que garantiza de alguna forma un tipo de gobernabilidad y por lo tanto el establecimiento de una agenda legislativa propositiva con altas probabilidades de aprobación y éxito en el hemiciclo.
Sin embargo, superando la interpretación superficial de la celebración y lucha simbólico – discursiva por el triunfo de la planilla única, la narrativa establecida es incapaz de explicar los cambios (pocos, pero profundos) en los partidos y representantes que integran dicha Directiva y los votos obtenidos por la oposición.
Contra intuitivamente se puede afirmar que la Planilla ganadora no representa la unidad de la voluntad política de 151 diputados, ni de los partidos que representan. Sino más bien personifica la alta volatilidad y urgencia de establecer espacios de diálogo y negociación política, entendiendo la Junta Directiva como una especie de “árbitro” político, es entendible que su éxito no radica en su popularidad, ni su eficiencia de agenda legislativa, sino más bien depende de su efectividad operativa.
Es decir, podemos observar que por ejemplo el partido “Valor” quien lidera las interpelaciones a los Ministros del ejecutivo del oficialismo, cuenta con un representante en dicha Junta. Ahora bien, esto no significa que la Junta Directiva sea de oposición tampoco, sino demuestra la capacidad y respeto de acuerdos y a los procedimientos establecidos en norma para con las diferentes bancadas y sus agendas.
Por otro lado, si bien es cierto que comúnmente se presenta al Diputado Nery Ramos como un aliado del oficialismo, también es cierto que durante su liderazgo en el Congreso, no ha beneficiado puntualmente la agenda presentada por los diputados del oficialismo, tal es el caso de procesos relacionados al intento de aprobación de la propuesta de Ley de Competencia o la de Reforma al Ministerio Público.
Ahora bien, la Junta Directiva electa, tampoco es integrada por los grandes liderazgos de las facciones partidistas existentes, y es que además de entender que dichos bloques partidistas están altamente fragmentados, se requiere considerar que la capacidad de inteligencia y operación política, no se limita a la efectividad de diálogo entre diferentes partidos, sino que considera la capacidad de diálogo dentro de las facciones de los mismos. De esta manera, la elección de Junta Directiva, representa más bien una profunda crisis de representatividad, consenso y liderazgo en el Congreso de la República, la cual encuentra en una emulación corporativista la respuesta inmediata para atender la necesidad de información y negociación política, sin embargo, esto no garantiza el éxito, ni la existencia de un agenda legislativa propositiva de mediano o largo plazo.