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Opinión

“La autodeterminación de los pueblos” y su doble filo geopolítico – Por: Camilo Bello

El concepto de autodeterminación tiene sus raíces en la idea de que los pueblos deben tener el derecho de decidir su propio destino, sin injerencias externas.

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“La autodeterminación de los pueblos” y su doble filo geopolítico - Por Camilo Bello
Foto: Centra News

La autodeterminación de los pueblos es uno de los principios más promovidos en la retórica internacional y, a menudo, se presenta como un derecho absoluto e inalienable. Sin embargo, su implementación y las consecuencias que conlleva a menudo parecen cuestionar esta noción universal. En la práctica, este principio no siempre se respeta de manera equitativa; en ocasiones, se convierte en una herramienta geopolítica que se aplica de manera selectiva, dependiendo de los intereses de las potencias internacionales.

El concepto de autodeterminación tiene sus raíces en la idea de que los pueblos deben tener el derecho de decidir su propio destino, sin injerencias externas. Desde las primeras luchas de independencia en América Latina hasta las descolonizaciones del siglo XX, este principio ha sido esencial para la construcción de muchas naciones modernas. Sin embargo, a medida que avanzaba la historia, comenzó a quedar claro que este derecho no siempre es respetado por igual.

Un ejemplo claro de esta contradicción se observa en el conflicto palestino-israelí, donde la libre determinación de los palestinos ha sido negada en nombre de la seguridad y la soberanía de Israel, una justificación que, aunque aclamada por ciertos sectores internacionales, es rechazada por muchos en la región. Del mismo modo, en el caso de las intervenciones en Irak y Libia, las potencias extranjeras han invocado el principio de libertad de los pueblos como una justificación para sus acciones, pero estas mismas intervenciones a menudo terminan en ocupaciones militares, alterando la soberanía de los pueblos en nombre de una supuesta libertad o democracia. Es evidente que, en muchos casos, el derecho a decidir el destino propio se ha utilizado como un recurso instrumental que no está exento de intereses políticos y económicos.

Al analizar estos ejemplos, se puede llegar a la conclusión de que la autodeterminación no siempre es un principio que se defienda de manera coherente o universal. En lugar de ser un derecho inalienable, parece ser una herramienta que se utiliza según convenga a las grandes potencias, dependiendo de sus intereses estratégicos o económicos. Esta manipulación de un principio fundamental ha provocado que muchos lo vean como una trampa, una fachada que oculta una realidad mucho más compleja y contradictoria.

Es importante recordar que el respeto por la libertad de los pueblos es fundamental en cualquier sistema internacional que aspire a ser justo y equitativo. Sin embargo, su uso selectivo socava este principio y contribuye a la perpetuación de un sistema internacional desequilibrado. Para que los pueblos ejerzan realmente su derecho de decidir su futuro, debe ser aplicada de manera imparcial, sin que los intereses geopolíticos jueguen un papel determinante. Este derecho debe ser una herramienta para la liberación y la paz, no un instrumento de manipulación para consolidar el poder de unos pocos.

En el debate contemporáneo sobre el derecho a la autodeterminación, es necesario preguntarse si este principio sigue siendo una fuerza positiva o si se ha convertido en una excusa para la intervención extranjera y el mantenimiento del statu quo. Debemos reconocer que, aunque este principio ha sido una victoria para muchos pueblos oprimidos, su implementación sigue siendo una cuestión controvertida, que merece un análisis profundo y honesto.

El principio de la autodeterminación, como fundamental pilar de la justicia internacional, debe ser defendido, pero solo si se garantiza que su aplicación no esté sujeta a los caprichos de las potencias dominantes. Si bien tiene el potencial de ser liberador, su manipulación por actores externos ha demostrado que, en la práctica, puede ser una trampa que perpetúa la injusticia. Como sociedad global, es nuestra responsabilidad garantizar que este derecho sea verdaderamente universal, no un instrumento de control.

Al final, la autodeterminación no debería ser un concepto que se manipule en función de intereses geopolíticos, sino un principio que impulse la justicia, la libertad y la paz mundial. Debe ser respetada de manera íntegra y aplicada de manera coherente, sin excepciones ni manipulaciones, para que pueda cumplir su verdadera función: ser un pilar en la construcción de un mundo más justo y equilibrado.

(Colombia/España) Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona con especialización en Filosofía Política, posee una certificación universitaria en Coaching Educativo por la Universidad Antonio de Nebrija de Madrid. Tiene una maestría en Diseño Editorial y Publicaciones Digitales por la Universidad Internacional de Valencia y actualmente cursa una maestría en Estudios Hispánicos por la Universidad Francisco Marroquín. Es miembro y director de Publicaciones en el Instituto Fe y Libertad, Coordinador y catedrático del área de humanidades en la Facultad de Ciencias Económicas de la UFM.