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Opinión

La riqueza que no se compra – Por: Camilo Bello Wilches

Savater sostiene que una persona sin intereses intelectuales o creativos tiende a llenar su tiempo comprando experiencias superficiales.

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La riqueza que no se compra - Por Camilo Bello Wilches

En una ocasión, el filósofo español Fernando Savater afirmó: “Cuanto más vacía es la mente de una persona, más dinero necesita para llenar sus fines de semana”. Esta reflexión, aunque simple en apariencia, invita a un análisis profundo sobre nuestra relación con el tiempo libre y el consumo. En una sociedad como la de 2024, donde el entretenimiento ha sido mercantilizado y los fines de semana se han convertido en un escaparate de gasto y consumo, las palabras de Savater nos interpelan más que nunca.

Savater sostiene que una persona sin intereses intelectuales o creativos tiende a llenar su tiempo comprando experiencias superficiales. Para alguien así, el ocio no es un espacio de crecimiento personal, sino un vacío que debe ser cubierto con dinero. Esta reflexión no es nueva. En su Ética a Nicómaco, Aristóteles ya advertía sobre el riesgo de confundir la felicidad con el placer momentáneo. El filósofo griego consideraba que una vida plena debía orientarse hacia la eudaimonía—el florecimiento personal y la virtud—y no hacia la mera acumulación de placeres efímeros.

Hoy, esta confusión entre felicidad y consumo es más evidente que nunca. Las redes sociales y la publicidad nos bombardean con imágenes de un ideal de vida ligado al éxito material, a la posesión de bienes y a la compra de experiencias. Un concierto exclusivo, el último gadget tecnológico o unas vacaciones lujosas parecen ser los únicos refugios contra el aburrimiento. Sin embargo, este modelo de vida no llena solo alimenta la ilusión de que con más gasto podemos alcanzar el bienestar.

En contraste, quienes han cultivado un cierto nivel de cultura encuentran placer en experiencias mucho más simples y duraderas. Para Savater, la conversación, la lectura de un buen libro o disfrutar de la música representan formas de ocio mucho más ricas, porque no dependen de factores externos. La cultura nos ofrece una riqueza inagotable, una fortuna que no se mide en términos materiales, sino en la calidad de nuestras experiencias. Esta idea conecta con lo que el filósofo alemán Immanuel Kant planteaba en su Crítica del juicio: el verdadero disfrute estético es desinteresado. No se busca en el objeto un valor utilitario o comercial, sino una satisfacción profunda que enriquece el alma.

Esto no significa, por supuesto, que debamos rechazar el consumo o el entretenimiento por completo. El problema surge cuando el consumo se convierte en la única forma de llenar nuestro tiempo. En la Guatemala de 2024, como en muchos otros países, el acceso a la cultura se enfrenta a múltiples barreras, desde la precariedad económica hasta la falta de oferta educativa de calidad. Sin embargo, la reflexión de Savater va más allá de un problema de acceso material. Nos invita a cuestionar qué hacemos con nuestro tiempo libre y cómo cultivamos nuestra mente para evitar depender exclusivamente del entretenimiento consumista.

Un ejemplo claro de esta vida más rica en cultura es el caso de Michel de Montaigne, el filósofo y ensayista francés del siglo XVI. Montaigne, conocido por su obra Ensayos, encontraba en la lectura y la reflexión sus principales fuentes de disfrute. A menudo se retiraba a su biblioteca, donde las palabras y las ideas le proporcionaban una paz y un gozo que el dinero jamás hubiera podido comprar. En sus ensayos, Montaigne reflexiona sobre temas como la amistad, la muerte y la naturaleza humana, y su vida misma se convirtió en un modelo de cómo el cultivo de la mente puede llevar a una existencia plena y significativa, sin la necesidad de posesiones materiales.

En el siglo XXI, la tentación de caer en el consumo compulsivo es enorme, sobre todo en una era donde la tecnología nos ofrece una gratificación instantánea a cada segundo. Pero si algo podemos aprender de la reflexión de Savater es que el verdadero enriquecimiento no está en lo que podemos comprar, sino en lo que podemos aprender y crear por nosotros mismos. Los libros, las ideas, las conversaciones profundas son tesoros inagotables que no solo llenan nuestros fines de semana, sino nuestras vidas.

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(Colombia/España) Licenciado en Filosofía por la Universidad de Barcelona con especialización en Filosofía Política, posee una certificación universitaria en Coaching Educativo por la Universidad Antonio de Nebrija de Madrid. Tiene una maestría en Diseño Editorial y Publicaciones Digitales por la Universidad Internacional de Valencia y actualmente cursa una maestría en Estudios Hispánicos por la Universidad Francisco Marroquín. Es miembro y director de Publicaciones en el Instituto Fe y Libertad, Coordinador y catedrático del área de humanidades en la Facultad de Ciencias Económicas de la UFM.