Opinión
La Visita de Marco Rubio: Un Golpe Sobre la Mesa para Guatemala – Por: Mario Duarte
Y es que, en términos pragmáticos, Guatemala tiene poco o nada que ofrecer a los Estados Unidos…
La visita del secretario de Estado de los Estados Unidos, Marco Rubio, a Guatemala no augura grandes anuncios ni acuerdos trascendentales. Al contrario, será poco más que un recordatorio de las obligaciones que el país ha ignorado durante el último año y una clara advertencia de lo que vendrá si el gobierno guatemalteco persiste en su juego de simulaciones. Mientras el oficialismo se apresurará a vender la reunión como un “éxito diplomático”, la realidad será una muy distinta: un golpe sobre la mesa por parte de Washington para alinear a Guatemala con la nueva estrategia geopolítica del hemisferio occidental.
Y es que, en términos pragmáticos, Guatemala tiene poco o nada que ofrecer a los Estados Unidos. No posee recursos estratégicos indispensables ni influencia regional relevante. Su única carta de negociación ha sido, y seguirá siendo, ser paso descontrolado de migrantes irregulares de todo el mundo, el flujo migratorio de sus ciudadanos y el paso libre de cocaína proveniente de Sudamérica. Washington no pedirá favores; exigirá que el gobierno de Bernardo Arévalo asuma su responsabilidad en mitigar la salida masiva de guatemaltecos y en generar las condiciones económicas necesarias para que permanezcan en su país. Sin embargo, el balance de la administración Arévalo hasta la fecha muestra exactamente lo contrario: un país cada vez más incapaz de retener su talento humano, sumido en una crisis económica autoinfligida y bajo un liderazgo que parece más preocupado en la retórica ideológica que en la gestión efectiva.
Otro tema ineludible será la lucha contra el narcotráfico, donde Estados Unidos presionará con fuerza. Rubio no llegará a pedir cooperación; llegará a exigir resultados. Y aquí también, Guatemala tiene poco que ofrecer. El flujo de cocaína a través del país ha aumentado significativamente en el último año, mientras el gobierno ha tejido alianzas con actores políticos que, lejos de combatir el crimen organizado, han sido señalados por sus vínculos con estas estructuras. Washington no se dejará engañar con discursos vacíos ni con operaciones mediáticas que no tengan impacto real. La tolerancia será mínima, y la exigencia máxima.
Sin embargo, si hay algo que Rubio tiene claro es que no le interesa involucrarse en la confrontación interna entre el gobierno de Arévalo y la fiscal general, Consuelo Porras. A pesar de las esperanzas del oficialismo guatemalteco de que Washington intervendría a su favor, la realidad es que Rubio ha recibido información detallada e inteligencia de fuentes cercanas a Donald Trump que desmontan la narrativa gubernamental. Si alguien en Guatemala ha demostrado un verdadero compromiso con el combate a la trata de personas, la migración irregular y el narcotráfico, es precisamente la fiscal general. Rubio lo sabe, y no se prestará para legitimar una lucha política que, desde el punto de vista estratégico, no tiene mayor relevancia para los intereses estadounidenses en la región.
Pero el mensaje no será solo para el gobierno. Rubio también se dirigirá al sector privado, especialmente a los empresarios que todavía creen que pueden jugar a dos bandos y manipular las reglas según su conveniencia. La administración Trump apostará por condiciones favorables para la inversión en proyectos que generen empleo, pero no sin un costo para quienes pretendan desafiar las nuevas reglas del juego. La advertencia será clara: habrá incentivos para quienes contribuyan a la estabilidad económica, pero consecuencias severas para aquellos que crean que pueden burlar a la administración estadounidense.
En conclusión, Guatemala no es un socio estratégico para Estados Unidos; es un país con obligaciones pendientes. Su única opción es cumplirlas o afrontar las consecuencias de su omisión. Marco Rubio no viene a negociar, sino a marcar las líneas que Guatemala deberá seguir. Si el gobierno de Arévalo no atiende este mensaje con la seriedad que merece, la mano dura de Estados Unidos caerá con todo su peso, sin importar lo que eso implique.