Transformación política – Por: Allan Ortíz

Guatemala enfrenta un escenario complejo caracterizado por profundas desigualdades sociales, corrupción sistémica y una falta de representación política. Las condiciones coyunturales y estructurales del país exigen con urgencia líderes políticos que no solamente comprendan estas problemáticas, sino que estén dispuestos a trabajar por un cambio real. Los ciudadanos buscan y reclaman un liderazgo representativo y democrático que ponga en el centro de su agenda condiciones que permitan alcanzar la prosperidad. Sin embargo, alcanzar este ideal requiere un cambio de paradigma en cómo se ejerce el poder y cómo se estructura la participación política.

El sistema político guatemalteco ha sido históricamente dominado por actores particulares que priorizan sus intereses sobre el del país. Esta dinámica ha generado una desconexión entre los políticos y los ciudadanos, quienes se sienten marginados y sub representados. La falta de transparencia y rendición de cuentas ha erosionado la confianza en las instituciones públicas, dejando al país estancado en ciclos de pobreza y las agendas de gobierno parecen incapaces de satisfacer las expectativas de los guatemaltecos.

Un liderazgo transformador debe tener como base valores democráticos y principios éticos sólidos. Esto implica no solo la capacidad de diseñar políticas públicas efectivas, sino también de fomentar la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones. El modelo democrático liberal pone a los ciudadanos como prioridad, ya que promueve la equidad, el respeto a los derechos humanos y el crecimiento económico sostenible. Para ello, se necesita una nueva generación de líderes con visión y compromiso, dispuestos a romper con las prácticas tradicionales de clientelismo y corrupción.

La formación de estos nuevos líderes no puede darse al margen de la sociedad civil, organizaciones comunitarias, sectores académicos y movimientos sociales, quienes tienen un papel crucial en identificar y apoyar a personas con potencial para liderar. Además, es imprescindible que los jóvenes sean incluidos como actores principales en este proceso de renovación política. Su energía, creatividad y perspectiva fresca son esenciales para revitalizar un sistema desgastado y abrir nuevas posibilidades para el futuro del país.

Guatemala necesita liderazgos políticos que enfrenten con valentía los retos coyunturales y estructurales que atraviesa el país. Es momento de construir un sistema político verdaderamente representativo, democrático y enfocado en la prosperidad de los ciudadanos.