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Opinión

“Una esperanza aviva otra esperanza, una ambición otra ambición”.

El filósofo estoico Lucio Anneo Séneca, en una de sus muchas reflexiones, racionalizó sobre las motivaciones que tienen algunos seres humanos para alcanzar la felicidad, en medio de su meditación expresó: “Una esperanza aviva otra esperanza, una ambición otra ambición”.

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El filósofo estoico Lucio Anneo Séneca, en una de sus muchas reflexiones, racionalizó sobre las motivaciones que tienen algunos seres humanos para alcanzar la felicidad, en medio de su meditación expresó: “Una esperanza aviva otra esperanza, una ambición otra ambición”.

Dicha declaración pareciera ser la medida que ha dirigido a los guatemaltecos en sus acciones políticas, por su parte el ciudadano; ajeno a la cosa pública, alberga la esperanza que el próximo gobernante en turno se comprometa con la mejora de calidad de vida de la mayoría de ciudadanos, en cambio los deseos de algunos políticos, pasan de ambicionar un cargo público a ambicionar las dádivas del poder.

Señalando puntualmente el deber ser de la cosa pública, y la inmoralidad de las segundas intenciones conlleva a muchos a jugar a juez y parte en la administración pública, colocando por encima del interés colectivo los intereses de terceros, sectoriales o personales. De ir de ambición en ambición con el fin de sentirse satisfechos, sin percatarse que ninguna ambición tiene límite, y aunque este límite esté expresado por la ley, sus ambiciones hacen de la ley letra muerta.

Esta ambición insaciable ha sido vista en la triste historia de la política nacional reciente, mostrando sus síntomas con la negatividad a ser fiscalizado, el rechazo a la auditoría social y el desprecio por los principios económicos que nos indican que no debemos gastar más de lo que recibimos y mucho menos gastar sin inversión la deuda adquirida, lo que traerá sin duda un agujero mayor al que encontramos.

Puntualmente vemos como instituciones recienten el impacto en su credibilidad y actuar, por ser considerados un botín electoral evidente por los vínculos electorales con el partido oficial.

Un caso puntual, fue la reunión que sostuvo el Vicepresidente Guillermo Castillo con los alcaldes de oriente en Agosto pasado en el Municipio de Esquipulas, ninguno de los alcaldes ha recibido la asistencia de los programas de sociales para mitigar los efectos causados por la pandemia, ni siquiera el alcalde de San José la Arada electo por VAMOS, hasta hoy los COCODES del departamento de Chiquimula, legalmente conformados, han sido marginados de los programas de gobierno en el MAGA y el MARN por no compartir la bandera del cacique en el congreso que negoció los cargos departamentales y que tiene trabajando a sus operadores en su campaña de reelección con los recursos del estado.

Dicha situación a complicado la atención de niños en riesgo de desnutrición en el corredor seco, que padece la reducción de la productividad en una región de vocación agrícola, cuyos campesinos tienen limitada formación y capacidad de mejorar su productividad. Esta marginación sistemática, fue reclamada al vicemandatario, sin que hasta ahora se tenga un cambio en la situación de la región.

Las ambiciones de los mesías locales en cada institución causan deterioro continuo en la calidad de vida de los pobladores, quienes día a día se encuentran más vulnerables. Las ambiciones electorales se han institucionalizado, dejando sin esperanza a quienes necesitan una política pública orientada a la calidad y eficiencia del gasto e inversión, sin embargo, aún escuchamos la cuña publicitaria “Dios bendiga Guatemala” cuando los responsables de administrar los recursos de la nación despilfarran los recursos que podrían convertirse en una bendición para las comunidades rurales.

 

 

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