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Facetas: donde la música forma el alma y florece el talento

Cada estudiante, una historia; cada nota, una emoción. En el recital “Facetas”, los más jóvenes encontraron en la música una forma de expresarse, de crecer y de tocar el alma de quienes los escucharon.

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En un salón del Club Alemán, el silencio se convirtió en arte. Bastaron unas cuantas teclas, cuerdas y emociones para transformar la noche del martes 24 de junio en una experiencia musical inolvidable. Se trató del recital “Facetas”, una presentación especial de la Academia de Música dirigida por la Maestra Astrid de la Vega, donde el piano, la guitarra y el violín hablaron con voz propia… a través del alma de sus estudiantes.

“Facetas” fue más que un concierto. Fue la expresión de un proceso formativo que no solo enseña técnica, sino que despierta emociones, disciplina, identidad y sensibilidad. Cada nota interpretada tenía un propósito: conectar con el público y demostrar que los niños no solo aprenden a tocar un instrumento, también aprenden a sentirlo.

La audiencia, conformada principalmente por padres y familiares, guardó silencio absoluto cada vez que un estudiante subía al escenario. No era un silencio frío, sino lleno de respeto y asombro. Y cuando la música empezaba a fluir, ese espacio se llenaba de historias que no necesitaban palabras.

¿Quiénes participaron?

La velada fue dirigida por la reconocida Maestra Astrid de la Vega, formadora apasionada que ha dedicado su vida a cultivar talentos desde edades tempranas.

“Las puertas están abiertas para niños desde los 4 o 6 años. Utilizamos diversas metodologías, pero nos enfocamos en tres pilares: desarrollo auditivo, lectura musical y técnica instrumental”, explicó en entrevista.

Para la maestra, la música no es un simple pasatiempo. “Es más que un arte, es una forma de vida, una forma de ser, de tener identidad. Para mis alumnos debe ser también una forma de vivir”, expresó con firmeza.

Su enfoque educativo va más allá de lo artístico:

“La música ayuda al cerebro, no solo para ser músico, sino para desarrollar todas las inteligencias. Mejora la coordinación, el pensamiento lógico, los idiomas y hasta las matemáticas y las ciencias. Es una herramienta integral para el desarrollo académico”, subrayó.

¿Qué se interpretó?

Los estudiantes ofrecieron un repertorio que reflejó diversidad, técnica y sensibilidad:

Sebastián Galindo interpretó Vive la Vida, de Coldplay.

“Llevo dos años tocando la guitarra, y esta presentación refleja mi esfuerzo en todo este tiempo”, comentó con emoción.

Fátima Galindo presentó un conjunto de temas populares. Recordó que desde pequeña quería tocar guitarra, pero solo hasta el año pasado pudo hacerlo.

“La cultura del instrumento me encantó. Lo más difícil es transmitir lo que uno siente… pero también es lo más importante”, compartió.

Marcela Solares eligió piezas de Bach y Haendel. Para ella, el violín es pasión.

“Es un arte que representa lo que somos. Las melodías que toco desde el corazón pueden ser muy emotivas. Eso es lo que me inspira”, dijo.

Amanecer Bonhann tocó el primer movimiento de la Claro de Luna de Beethoven:

“Cuando toco el piano me siento tranquila, como si estuviera en otro mundo. Solo me enfoco en lo que estoy tocando y cómo lo estoy sintiendo”, describió.

Mack Duarte cerró la noche con un repertorio digno de un escenario internacional: el Estudio Revolucionario de Chopin, la Danza Húngara No. 2 de Liszt, el Preludio No. 1 de Rajmáninov y el tercer movimiento de la Claro de Luna de Beethoven:

“Desde que empecé, siempre quise ponerle sentimientos a las canciones. No importa cuál sea, siempre exagero el alma al tocarlas”, afirmó.

¿Por qué este recital fue especial?

Porque fue un retrato en vivo del poder transformador de la música. La Academia de Música de la Maestra Astrid de la Vega no solo forma intérpretes, sino seres humanos con sensibilidad, disciplina y expresión.

Cada instrumento vibró de manera distinta:

  • El piano fue delicado, pero intenso;
  • La guitarra, cálida y llena de carácter;
  • El violín, emocional y apasionado.

El evento también demostró cómo el arte puede fortalecer vínculos familiares: cada nota interpretada frente a los padres se sintió como un “gracias” musical lleno de orgullo.

¿Qué sigue?

La invitación está abierta para quienes quieran descubrir su voz a través de un instrumento. La Academia de Música de Astrid de la Vega continúa su camino formando a las nuevas generaciones de músicos, con el compromiso de enseñar no solo técnica, sino emoción, disciplina y amor por el arte.

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