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Alemania encara dos elecciones regionales y el ataque de Solingen
Todo ocurre a pocos días de las elecciones regionales en Turingia y Sajonia que podrían darle una victoria a la ultraderecha, que refuerza su discurso antiinmigración en un clima de zozobra. Análisis de nuestro corresponsal en Berlín, Thomas Sparrow.
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En la ciudad de Solingen, en el occidente de Alemania, lo que empezó como un festival el pasado fin de semana terminó en una tragedia que aún tiene al país en shock. Un atacante, armado con un cuchillo, se abalanzó sobre la multitud y asesinó a tres personas e hirió a varias otras el pasado 23 de agosto.
El autodenominado Estado Islámico se atribuyó la autoría y el principal sospechoso, un solicitante de asilo sirio de 26 años que debía haber sido deportado, fue arrestado bajo la sospecha de haber actuado con una convicción radical islamista.
Desde entonces no ha parado de crecer la presión sobre el Gobierno del canciller Olaf Scholz para que haya consecuencias políticas concretas, tanto en las reglas sobre posesión de armas blancas como en las leyes de asilo y deportación.
Y mientras Solingen trata de recuperarse, el impacto del ataque se siente también en el otro extremo del país, en los estados orientales de Turingia y Sajonia, que este domingo 1 de septiembre van a las urnas.
En ambas regiones, el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) lidera en las encuestas. Y lo hace defendiendo una y otra vez el tema que lo ha catapultado desde su fundación hace una década: un discurso populista antinmigración.
La migración irregular a Alemania es un tema que desde hace años es controversial, pero en la actualidad ha adquirido una nueva y especial dinámica tras el ataque en Solingen y la presunta autoría del inmigrante sirio.
La dinámica tiene el potencial de generar una crisis política en Alemania si la AfD en efecto gana las elecciones regionales del domingo, algo que nunca ha logrado a ese nivel. Si termina en primer lugar, no significa que vaya a gobernar, puesto que en Alemania son necesarias casi siempre las coaliciones partidistas y hasta el momento el AfD está aislado. Pero un resultado favorable le daría de todos modos una influencia política considerable en las regiones y mandaría un mensaje fuerte y claro a Berlín.
Así, la pregunta clave de cara a las elecciones regionales es hasta qué punto el impacto político del atentado de Solingen le dará un impulso mayor a la AfD en su tema bandera. El partido de ultraderecha habla de una situación de seguridad “desoladora” y pide el fin de una “política de tolerancia” migratoria. Así mismo, demanda que todos los migrantes sirios que residen “ilegalmente” en Alemania sean expulsados.
Estas posturas pueden tener una recepción favorable entre quienes desde hace años ven de manera crítica la llegada de migrantes, en especial aquellos que provienen de países como Siria, Afganistán e Irak. También entre quienes están decepcionados de la política tradicional y buscan -como el nombre del partido lo dice- una alternativa.
Pero los demás partidos en Alemania, con más o menos intensidad y claridad, también han abordado el tema migratorio. Es, sin duda, el desafío político del momento. Y de cómo reaccionen los diferentes bloques políticos depende, hasta cierto punto, cómo terminen las elecciones del domingo.
El canciller Scholz, por ejemplo, prometió intensificar las deportaciones y reducir la inmigración irregular. El problema para él, y sobre todo para su partido socialdemócrata (SPD) es que puede ser demasiado tarde para recuperarse de unos resultados muy pobres en las encuestas. En Turingia y en Sajonia el partido de Scholz tiene alrededor del 6% de la intención de voto. AfD, en comparación, tiene alrededor del 30%.
Con esos datos en mente, el contendor clave del AfD en las dos regiones que van a las urnas no es el partido de Scholz sino el partido conservador de centro-derecha, el CDU, que es el principal bloque de oposición a nivel federal. El CDU tiene alrededor del 20% de intención de voto en Turingia y el 30% en Sajonia.
La estrategia del CDU ha sido tomar posiciones que algunos pueden considerar parecidas a las de la AfD con el objetivo de atraer a votantes que pueden estar descontentos con el gobierno federal pero son reacios a votar a un partido de ultraderecha.
Miembros del CDU han definido crímenes como el cometido en Solingen como un problema “importado”. Y Friedrich Merz, el jefe del partido, demandó que el Gobierno no acepte más refugiados de Siria y Afganistán. Esto, sin embargo, es una petición es problemática desde el punto de vista político y legal, dados los compromisos humanitarios de recibir a quienes huyen de guerras o conflictos armados.
Y ese confuso escenario político tiene un componente adicional: un nuevo partido, fundado este año, que puede terminar jugando un rol clave en la búsqueda de coaliciones tras las elecciones. Se trata de la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), fundada por una conocida política del mismo nombre que se separó del partido de la Izquierda para formar su propio grupo.
El BSW combina una inusual mezcla de ideas económicas de izquierda, rechazo al envío de armamento a Ucrania y posturas populistas antinmigración. Wagenknecht recientemente dijo que “quien permite la migración incontrolada obtiene una violencia incontrolable”. Es una retórica que en algunos sectores del este del país parece tener impacto. En Sajonia y Turingia, el BSW tiene una intención de voto que fluctúa entre el 10% y el 20%
Ante este clima de alta tensión, pocos analistas se atreven a pronosticar con certeza qué pasará el domingo y, sobre todo, cómo cambiará la política alemana. Algunos medios locales barajan un posible terremoto político en el este del país, con repercusiones en Berlín. Una victoria de la ultraderecha, combinada con un pobre resultado para el partido de Scholz, mandaría al Gobierno un mensaje político claro en las urnas: que su política no está convenciendo a los alemanes.
Para el canciller, para su partido y para sus socios de coalición en Berlín, un mensaje así no podría llegar en un peor momento. Una vez terminen estas elecciones, en el este comenzará una batalla política aún mayor: en exactamente un año, en septiembre de 2025, el país entero irá a las urnas para elegir un nuevo Gobierno federal.
Via: france 24