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Los albergues para deportados en México siguen vacíos
La imagen se repite en varios de los 12 refugios dispuestos por el gobierno mexicano, previo a la investidura de Trump, para acoger a deportados mexicanos y extranjeros, comprobaron reporteros de la AFP.
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Esta situación se presenta porque las deportaciones continúan por debajo del promedio registrado en el gobierno del demócrata Joe Biden, y debido a que muchos mexicanos retornan a casa por sus propios medios.
Otros optan por permanecer cerca de la frontera costeando sus gastos, con la expectativa de regresar a Estados Unidos.
“Esto de las deportaciones masivas sigue en el campo de la amenaza, de la especulación”, dice Mónica Vega, coordinadora del albergue Flamingos en Tijuana, vecina de la estadounidense San Diego, que se declaró en “emergencia” a mediados de enero previendo una avalancha de expulsados.
En paralelo al menor número de deportaciones, el arribo de migrantes a las fronteras norte con Estados Unidos y sur con Guatemala cayó dramáticamente desde que Trump puso fin a la principal vía legal para obtener asilo, según cifras oficiales. En el límite sur la caída es del 90%, según el INM.
Solo Flamingos, uno de los nueve refugios para mexicanos, ha atendido a un promedio diario de 55 deportados, cuando su capacidad es para 2,600 personas. La situación es similar en países como Guatemala.
“Me encañonaron (en Riverside) como si fuera un delincuente.
El gobierno de Claudia Sheinbaum destinó a 1,250 funcionarios para asistir a los deportados como parte del programa “México te abraza”, que prevé múltiples ayudas.
El de Matamoros, para 3,000 personas, tuvo un día “récord” de apenas 150 deportados.
Aunque no se han registrado oleadas de expulsiones, el gobierno mexicano no da señales de querer reducir el operativo, como tampoco Trump de retirar la amenaza sobre la “mayor deportación en la historia” de Estados Unidos, donde se estima que viven al menos 11 millones de inmigrantes sin la documentación necesaria.
Aun así, el mexicano José de Jesús Enríquez no pierde la esperanza de volver. Ya consiguió trabajo en Tijuana, pero no deja de pensar en los que quedaron atrás, especialmente su madre que sufre de Alzheimer.
Via: afp