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¿Quién tiene realmente el poder en el gobierno de Irán?

Contrario a lo que pasa en la mayoría de las repúblicas del mundo, en Irán el presidente no es la máxima autoridad política ni militar en el país. ¿Quién ostenta en realidad el poder en Irán?

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La elección de Pezeshkian ha colocado la atención sobre uno de los países más poblados de Medio Oriente, debido a sus promesas de reformas y de diálogo con Occidente.

El ayatolá Alí Jamenei, en su condición de líder supremo, es la figura institucional más importante del país. De acuerdo con el artículo 109 de la Constitución iraní, Jamenei, de 85 años y cuya salud ha sido foco de interés en los últimos tiempos, es el jefe del Estado y el comandante en jefe de las fuerzas armadas, por lo cual “puede declarar la guerra y la paz y movilizar a los efectivos”.

Asimismo, tiene autoridad sobre la Policía Nacional y la controvertida Policía de la Moral, encargada de velar por el respeto a las tradiciones islámicas como el uso de la hijab o velo islámico.

El clérigo también controla el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), responsable de la seguridad interna del país, y de su ala de voluntarios, la Fuerza de Resistencia Basij.

La Constitución también le otorga al clérigo la facultad de “nombrar, destituir y aceptar las dimisiones” de los miembros del Consejo de Guardianes, instancia que controla a los poderes del Estado; de los miembros de la judicatura y de los directivos de los medios de comunicación estatales.

El líder puede igualmente convocar referendos y, sobre todo, puede “cesar al presidente de la República”.En pocas palabras Jamenei tiene la última palabra en el país desde 1989, cuando sucedió al fundador de la República islámica, el ayatolá Ruhollah Musavi Jomeiní, tras su muerte.

El presidente en Irán es “la máxima autoridad oficial del país, después del líder”, señala expresamente el artículo 113 de la Constitución. El texto fundamental le otorga al mandatario la responsabilidad de la gestión diaria del gobierno y le permite ejercer gran influencia en la política interior y los asuntos exteriores.

Sin embargo, en temas de seguridad y defensa su rol es puramente simbólico. Asimismo, las actividades del presidente están siempre bajo supervisión del líder supremo y de otras instancias como el Consejo de Guardianes y del Parlamento.

La Constitución iraní contempla que los poderes legislativo y judicial son independientes. Sin embargo, sobre ambos el líder supremo puede influir. En el caso de la justicia el líder supremo es el encargado designar o destituir a los miembros del Tribunal Supremo.

El Consejo puede anular las leyes si considera que están “en contradicción con los principios y preceptos de la doctrina religiosa oficial de la nación o de la Constitución”, señala el artículo 72 del texto fundamental. Este organismo también es el encargado de avalar las candidaturas de los iraníes que aspiran a un cargo de elección popular. Para las presidenciales recién celebradas objetó a 74 postulados, entre ellos varias mujeres.

Pezeshkian ha prometido que buscará relajar el control que el gobierno ejerce sobre internet y ha cuestionado la dura política sobre el velo islámico. Sin embargo, las posibilidades de que se produzca algún cambio significativo lucen lejanas, visto que la última palabra en el país la tiene el ayatolá Jamenei.

El líder supremo podría bloquear cualquier reforma que considere que atenta contra el sistema político que impera desde 1979, el cual es una combinación de elementos democráticos y teocráticos. Y lo podría hacer de manera directa o a través de las otras instancias institucionales. Esto ya ha ocurrido en el pasado.

Ambas instancias respondieron a los planes del entonces presidente clausurando decenas de medios de comunicación y con detenciones. No obstante, Pezeshkian puede jugar un papel clave para el futuro de Irán, porque en caso de producirse el fallecimiento de Jamenei participará en la asamblea que la Constitución prevé para elegir a su sucesor.

Via: bbc